Hay personas que todavía llevan demonios dentro.
Demonios que persiguen, que duelen; ha llegado el momento de explusarlos.
Desde el 19 de marzo de 2013 se está llevando a cabo en Guatemala el jucio por genocidio y deberes contra la humanidad, contra Efraín Ríos Montt y Mauricio Rodríguez Sánchez. Sin embargo, por alguna (¿extraña?) razón encontramos poco eco sobre este juicio histórico en las voces de los universitarios.
Quienes hablan sobre el tema son los mismos de siempre.
Periodistas con un recorrido e interés en los temas de derechos humanos, adultos interesados en la vida política nacional, algunos estudiantes de ciencias sociales, y dejemos de contar. Hay pocos estudiantes de ingeniería, arquitectura, mercadotecnia o administración de empresas hablando sobre el juicio. ¿Prejuicios hacia esos estudiantes? Probablemente.
Sin embargo, si estamos realizando juicios de valor infundados es porque de estar hablando, no lo están haciendo lo suficientemente fuerte para que otros escuchemos. Un juicio como el que se está llevando a cabo en nuestro país debería estar motivando a que todos desde casa o la oficina, ingresen al sitio Para que se conozca y escuchen algunos de los testimonios que las víctimas han estado relatando día con día.
Escuchar estos testimonios son una clase de historia en vivo; son la prueba real, con imagen y sonido incorporado, de las atrocidades que se realizaron dentro de la población guatemalteca por 36 años.
La valentía de estos hombres y mujeres ixiles de llegar a los salones fríos de justicia, sentarse y recordar, es una valentía de admirar. La mayoría de ellos eran jóvenes cuando sucedió lo relatado; jóvenes como nosotros, con sueños, amores, ganas de vivir.
¿Cómo llegó a suceder todo esto y en qué momento lo permitimos? Preguntas simples y complejas que todos los jóvenes deberíamos plantearnos, especialmente ahora. No permitamos que nos ganen las distracciones del mundo simple y cotidiano. No permitamos que el sistema nos haga no sentirnos parte de este proceso, involucrados, obligados a escuchar y seguir de cerca el juicio. No permitamos que otros nos hagan creer que esto no es importante.
El juicio por genocidio no es cosa de viejos. No es algo del pasado que muchos quieren revivir. Este juicio, hoy más que nunca, es presente, y eso inmediatemente nos compete e involucra.
¿Que dejemos el pasado en el pasado? Los jóvenes como nosotros de Alemania o para irnos más cercanos y latinoamericanos, de Argentina, son jóvenes que conocen su historia de dictaduras y violaciones a derechos humanos, y así como a todo pulmón celebran los goles de sus equipos de fútbol favoritos, con la misma fuerza pueden defender la importancia de la recuperación de las memorias históricas en cada uno de sus países. Y eso no los hace menos jóvenes, menos alegres, con menos ganas de fiesta.
Tener sentado a un ex presidente del país en el banquillo de los acusados, y obligarlo a escuchar día con día las historias de dolor que muchas personas en el país tuvieron que soportar durante el tiempo que el estuvo en la dirigencia del mismo, es un hecho simbólico que sienta un precente.
Universitarios, no dejemos que el sistema nos consuma. Encontremos la importancia del tema y gritemos a todo pulmón. Que la sensibilidad sea lo último que se pierda.
Fotografía: www.comunitariapress.blogspot.com