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Ana Raquel Aquino/ Opinión/

“Busy is a decision… You don’t find the time to do things — you make the time to do things.”

Estar ocupado es una decisión… No encontramos el tiempo para hacer las cosas  —hacemos el tiempo para hacer las cosas.     Jonathan Fields

De nada sirve la polarización, la exposición de “argumentos” extremistas, las creencias fundamentalistas. De nada sirven los comentarios fatalistas y pesimistas acerca de nuestra realidad. De nada sirven los esfuerzos de personas capaces y fuertes que defienden al país si todos estamos divididos, si en nosotros no se concibe ni siquiera la idea de la tolerancia. De nada sirve que alguien se denomine como: a-político por la concepción que se tiene acerca del gobierno y sus poco indagadas políticas públicas. De nada sirve que tengamos leyes si justificamos, por la razón que quieran, muertes.

Cuando se leen los periódicos, se ve el noticiero o se escucha la radio, cada vez la información se distorsiona. Vivimos en un siglo donde la tecnología nos acerca a las realidades más recónditas del planeta en tan solo segundos; vivimos en un mundo donde hablar con la persona que se encuentra en Rusia o a la par nuestra, da prácticamente lo mismo. Las redes sociales consumen la mayor parte de nuestra existencia. Vivimos en un mundo en donde nadie está, de por sí “desinformado”, solo mal informado.

En las últimas semanas hemos tenido una tormenta en cuanto a noticias de alto impacto (vean de lo que hablo, dejo un par de buenos ejemplos: 1. Erwin Sperisen declarado culpable en Suiza; 2. La famosa Ley de Control de las Telecomunicaciones Móviles en Centros de Privación de Libertad y Fortalecimiento de la Infraestructura para Transmisión de Datos o Ley “Tigo”; 3. El pésimo estudio de impacto ambiental de La Puya y las noticias de la Resistencia), de historias que sorprenden e influyen en la sociedad guatemalteca. Aún así, con el bombardeo mediático y la facilidad que la tecnología nos ha brindado, es impresionante ver cómo la mayoría de jóvenes no saben absolutamente nada del tema y si saben, es muy raro ver a alguien con una postura definida. Lo último, preocupa más que lo primero. Explico por qué.

Sé que nadie puede alegar ignorancia de la ley, sé que nadie puede defender el “no sabía que eso estaba pasando” o el “no me enteré” pero resulta que mantenerse informado, leer, saber lo que está pasando y aún así no tener una postura definida es lo que se está comiendo cualquier posibilidad de cambio en un corto plazo.

Saber lo que se tiene qué hacer y no accionar, es peor que no saber qué hacer.

Somos las personas que tenemos acceso a este universo de información, las que debiéramos hacer valer nuestro punto de vista y fomentar la criticidad, el respeto a los comentarios ajenos, las opiniones diversas, los puntos de vista divergentes, la defensa del cuestionamiento como estandarte para dudar de nuestras autoridades y así fiscalizarlas. Todo esto para encausar el objetivo final de las metas en conjunto que como sociedad queremos.

Y es en esta última palabra en la que voy a centrar mi opinión de este mes: el querer. Así que realicemos un pequeño ejercicio mental: pensemos que, hipotéticamente, hoy es el último día de nuestras vidas. Pensemos que mañana ya no estaremos aquí para saludar a nuestros familiares más queridos, jugar con nuestras mascotas por las mañanas o comer nuestro helado favorito. Pensemos que dentro de una semana ya no van a importar los compromisos o planes que tengamos por el simple hecho de que ya no estaremos aquí. Analicemos entonces, si estamos haciendo lo que realmente queremos en este momento. Ojo que no es fácil pero sí necesario…

Independientemente de la filosofía o creencia que cada uno tenga respecto de la muerte, hay una cuestión que no podemos dejar a un lado y es que la muerte es  inminente, certera, nos pasará a todos en algún momento de nuestras vidas. Es duro aceptarlo pero entenderlo le da un nuevo significado a nuestra existencia. En la medida que se digiera esta verdad, el sabor de la vida misma constantemente cambiará y asimismo, la perspectiva de nuestros actos presentes y los que nos quedan guardados para el sobrevalorado, pero incierto futuro.

No hace mucho que decidí dejar de justificar mi presente con la excusa que en un futuro realizaré determinadas acciones que siempre he querido realizar. Cuando analizamos que el presente es todo lo que hay  y -lo que siempre habrá-, es cuando deja de tener sentido esperar a que las cosas solo “sucedan” y es cuando se encausa el ponerse a trabajar en aras de conseguir lo que se desea.

Yo no sé ustedes, pero yo ya me cansé de vivir en un país donde tengo que tener miedo de salir a la calle, donde las opiniones (las que se exteriorizan) carecen de fundamentos y son poco estudiadas por las personas que las expresan, donde la gente excusa a los políticos por tomar decisiones que van en contra de la preservación del constantemente mal definido Estado de Derecho y así justificar acciones ilegales y nada éticas. Es el país de la eterna contradicción y vivimos sumergidos en la ironía pura, donde más del 40% de niños sufren de desnutrición y en Ciudad Cayalá instalan un gigante que no puede ser sino la representación de lo que en realidad nos vende como objetivo primordial la sociedad guatemalteca, un caucásico atrapado en la misma tierra que nos vio crecer.

Yo no sé ustedes, pero yo ya me cansé de esperar a mañana a que las cosas se “solucionen”, como si por arte de magia fuera a venir a salvarnos Superman y sus amigos. Para mí está bastante claro y es que si queremos una sociedad avanzada, todos y cada uno de nosotros tiene que poner de su parte, con lo que pueda, con lo que sepa… con lo que quiera. Buscar ser lo mejor que uno pueda para dar a los demás, porque de nada sirve el conocimiento adquirido sino se comparte.

El problema es vivir como si a nadie le perteneciera este país y traspapelar los asuntos de alta importancia por los “detallitos”.

Pensar corregir la situación con base en directrices o lineamientos de forma, cuando lo que se necesita es sentido común, estudio, buena argumentación, investigación para así proponer cambios estructurales de fondo.

Dejemos de justificarnos, de querer un país mejor pero no esforzarnos para ser nosotros mejores. Llegan a ser además de tediosas, inservibles las excusas. Es como esperar a que llegue el viernes para tener una buena semana. Es como esperar convertirse en violinista profesional sin practicar, es aplazar… lo inaplazable. Porque, ¿adivinen qué? Mañana, si tenemos la dicha de volver a despertar, ustedes, el gigante de Cayalá y yo podríamos vivir en un mejor país… Si hoy trabajamos por él.


Twitter: @aquino_smith

*La imagen de este artículo es un panorama de la Vía Láctea mostrando asimismo, el fenómeno atmosférico llamado Airglow. En la fotografía se puede observar que sobre el horizonte, el cielo está teñido de color verde y esto es consecuencia de distintas reacciones químicas en la atmósfera superior, debido a los átomos cargados eléctricamente por el sol durante el día y que al mezclarse con otros átomos producen dicha luminiscencia y el efecto de emisión de luz. Fue tomada por Sergio Montúfar Codoñer, estudiante de astronomía en la Universidad Nacional de La Plata en Argentina, al que agradezco muchísimo su aporte.

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