Carlos Iván Cobos/ Opinión/
En 1985, la organización de Las Naciones Unidas, celebró el primer Año Internacional de la Juventud. Al cumplirse el décimo aniversario, la Asamblea General aprobó en su resolución 50/81 del 14 de diciembre de 1995 y ampliado por A/RES/62/126 del 18 de diciembre de 2007, el Programa de Acción Mundial para los jóvenes, estableció un marco normativo y directrices para la adopción de medidas nacionales y la prestación de apoyo internacional con miras a mejorar la situación de los jóvenes. [1]
En este orden de ideas, no quise pasar por desapercibido el día internacional de la juventud o “Juventus” y es por eso que mi columna de opinión se encuentra dirigida a todos aquellos jóvenes que se preocupan por tener no solo un mejor país, sino al mundo de una mejor manera. Pareciera que el ser joven en pleno siglo XXI nos- y digo “nos” porque también me incluyo- pesa tanto que a veces, no le tomamos la importancia a ciertas circunstancias que como jóvenes nos deberían de atañer y no faltará el típico chapín que sale con las mismas excusas con aquellas famosas frases de: “Ahh soy joven, hay que disfrutar mi vida porque solo hay una, eso es problema de otros” o “¿Involucrarme yo? Por favor… y ¿voy a ganar algo, o que me darán?” Es triste saber que en este mundo tercermundista exista una remuneración de por medio y no precisamente hablo de algo económico sino de favores o intereses, a cambio de un trabajo que a grandes rasgos se hace de manera mediocre.
Hoy por hoy, la participación de los jóvenes en cualquier ámbito ya sea social, político, económico o cultural, ha aumentado y es por la demanda en la situación en la que vivimos.
Cada vez nacen más organizaciones civiles para fiscalizar procesos que requiere un país democrático, porque se han dado cuenta que impera la corrupción; cada vez nacen fundaciones con el fin de ayudar a los más necesitados como construir casas, llevar víveres, convivir y conversar con ellos porque se han dado cuenta que los del poder no mucho les ponen atención; cada vez nacen negocios informales para hacer crecer sus ganancias porque se han dado cuenta que la falta de oportunidades y empleo es escasa, aunque se realicen “ferias de empleo” apantallando reclutar a personas desempleadas, que son solo cortinas de humo para que presuman que se está realizando algo por fomentar alguna vacante en alguna empresa; cada vez nacen iniciativas para realizar proyectos a cambio de ver una educación élite porque se han dado cuenta que los egresados de las instituciones salen sabiendo casi nada y si nos vamos a las cifras, más de 800,000 jóvenes se encuentra fuera del sistema educativo –según estudio de ASIES-.
Y entonces, es ahí donde uno se pone a pensar si ciertos jóvenes de la población guatemalteca se animan, un pequeño porcentaje de los más de 14 millones de habitantes que somos, ¿por qué no voltear el lado crudo de la carne y aumentar ese pequeño porcentaje para que seamos nosotros los jóvenes que hagamos esa revolución que tanto necesita nuestro país? -Así ya no faltarán los dimes y diretes apuntando que apoyé y defiendo a la revolución de aquellos tiempos- porque como escuché en un programa radial en las primeras horas de la mañana decían que los jóvenes no eran del todo para hacer cambios, pero claro que son ellos, para muestra un botón tenemos a un Erick Barrondo que logró la primera medalla olímpica en Guatemala destacándose en el deporte, al igual que Ana Sofía Gómez, en el cine que lamentablemente está de luto por la muerte del actor Victor Hugo Leonel –Que en paz descanse-, así como Brandon López y Karen Martínez destacándose en el mismo ámbito del séptimo arte, de ahí vienen diferentes integrantes de sociedades civiles como Levantemos la Voz, Guatemala Visible, Jóvenes por Guatemala, etc.
No olvidemos que detrás de todo esto también está la institucionalidad que es el pilar y la base para que la semilla se vuelva fruto, apoyar a los organismos intergubernamentales encargados de formular políticas para fomentar la participación de los moceríos, mediante el fortalecimiento de la colaboración y el intercambio entre las entidades de las Naciones Unidas a través de la Red interinstitucional para el desarrollo de la juventud. 2
Como le reiteré en mi columna anterior y lo sigo recalcando, nosotros los jóvenes somos el peón que se mueve estratégicamente dentro del tablero para lograr jaque mate a la enfermedad que mantiene agonizando a nuestro país, en nosotros está poner nuestro de nuestra parte para mover al mundo; necesitamos gente de cambio, con coraje, gallardía, positiva y ganas de querer hacer las cosas. En término coloquiales, necesitamos a los jóvenes “chispudos”.
1. http://www.un.org/es/events/youthday/background.shtml
2.http://www.un.org/es/events/youthday/background.shtml