Andrea Godínez / Brújula
Desde hace más de doce años, la administración del ayuntamiento de una antigua ciudad, ha estado en las manos de una sola persona: el Omnipotente. La verdad es que durante este tiempo ininterrumpido, los ciudadanos han visto muchas mejoras dentro de su ciudad. Las calles ahora lucen limpias, existen espacios para promover la cultura, a pesar de los pocos parques públicos los fines de semana la ciudad completa se convierte en un uno. Es muy divertido, porque todos pueden salir a las calles a caminar, jugar, correr y hasta pasear a sus mejores amigos. Además, de vez en cuando en los barrios “más peligrosos y de clase baja,” se organizan eventos donde se puede apreciar desde una buena película, hasta disfrutar del festival musical que promueve a artistas oriundos de dicha ciudad. Cuenta con uno de los mejores transportes públicos para sus ciudadanos, limpio, seguro y eficiente; lastimosamente no llega a todas las zonas de la ciudad y menos aun, a las más peligrosas, pero al final funciona.
Es imposible negar que a nadie le gusta ver flores, árboles y calles limpias en el lugar que hace posible su rutina diaria. Muy pocos ciudadanos hablan de los problemas internos de la ciudad, del ayuntamiento y peor aún de la forma de administrar del omnipotente y prepotente alcalde que todo lo ve, todo lo escucha, todo lo sabe a fin de controlar que todo “funcione bien.”
Esta historia podría ser la historia de muchos de los municipios de Guatemala. Muchos afirman que después de 16 años consecutivos al poder, con una larga carrera política y con casi 70 años de edad, Álvaro Arzú Irigoyen, el último cacique de los criollos, debería entregar el cargo para darle un nuevo giro y nuevos rostros a la administración de la ciudad. Evidentemente, el alcalde de los cabellos dorados y una familia poderosa e influyente a través de la historia guatemalteca, ha encontrado en la Municipalidad de Guatemala una comodidad económica y social constantemente criticada por los medios, especialmente por su falta de transparencia y acceso a la información de carácter público. Las interrogantes que surgen son: ¿Por qué no quiere dejar el poder? ¿Cuál es su interés de mantenerse al mando de la ciudad? ¿Es realmente la única persona capaz de mantener el orden y cumplir las necesidades básicas de la ciudad? Pero para empezar, ¿quién es Álvaro Arzú y dónde o cómo inicia su carrera política?
Fallos evidentes de la Municipalidad de Guatemala
La Ciudad de Guatemala es la ciudad más grande y más modernizada del istmo centroamericano. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, INE, la ciudad posee una población de más de dos millones de habitantes en el área metropolitana y unos cuatro a nivel departamental. Sin embargo, desde hace más de diez años y con el aumento de la tasa de población de la ciudad, hay situaciones de fondo a las cuales no se les ha dado mantenimiento y ante las cuales la municipalidad no ha enfocado sus esfuerzos. Por ello, es muy importante conocer y reconocer que como municipalidad al servicio de satisfacer las necesidades o solucionar las problemáticas de los vecinos en relación a agua potable, tratamiento de aguas negras, disposición de la basura y desechos tóxicos, drenajes, vivienda, transporte, tránsito y deforestación, el trabajo de la municipalidad no está teniendo impactos positivos en la calidad de vida que están llevando los vecinos de la Ciudad de Guatemala.
Sin embargo, a pesar de algunas fallas evidentes en la municipalidad de Guatemala, los vecinos continúan eligiendo a Arzú como alcalde año con año. “Tiene experiencia,” “A pesar que hay problemas, no hay opciones diferentes,” “Más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer,” “No podemos arriesgarnos a que otro llegue y quite las cosas buenas,” son algunos de los argumentos que se escuchan. Si estas son las frases con las que se describe al actual alcalde de la ciudad y en algunas se reconoce que hay aspectos por mejorar, ¿por qué no existen esfuerzos reales para solucionar estas problemáticas de fondo? ¿Por qué tampoco se habla de la falta de transparencia que posee la municipalidad en relación a los fideicomisos? Por más de 5 meses, los guatemaltecos y en su mayoría los capitalinos han salido a manifestar a la Plaza de la Constitución exigiendo transparencia y honestidad en los funcionarios públicos, y gritando los cuatro vientos la importancia de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos para que los diputados no puedan continuar reeligiéndose para permanecer en el poder; sin embargo, la exigencia hacia los alcaldes pareciera no ser la misma.
¿Por qué Arzú no quiere dejar el poder?
Las razones son simples, económicas, psicológicas y al final, políticas: nada ni nadie se lo prohíbe. Para empezar, Arzú al igual que todos los alcaldes y diputados del país poseen el derecho a reelegirse las veces que deseen porque la Constitución Política de la República de Guatemala les da el derecho a hacerlo, además que ni el Código Municipal o la Ley Electoral y de Partidos Políticos lo prohíbe. Segundo, así como muchos funcionarios públicos, Arzú ha encontrado en la municipalidad y en la Ciudad de Guatemala, la manera de enriquecerse con licitaciones que sus empresas y las de sus familiares o conocidos obtienen. Tercero, de acuerdo a Enrique Estrada psicólogo del Instituto d Estudios Humanísticos de la Universidad Rafael Landívar, es probable que el alcalde tenga un deseo interno psicológico de controlar todo a su alrededor porque el poder que tiene le permite hacer lo que quiera. Arzú, a través de su rol como alcalde, probablemente esté buscando mantener el sentimiento de superioridad que le rodea, además de buscar admiración y gratitud porque cree que nadie lo puede hacer mejor que él.
El problema no es que Arzú continúe por cuarto período consecutivo siendo el alcalde de la Ciudad de Guatemala. El problema es que existen problemas estructurales evidentes a los cuales no se les presta la atención o trabajo que merecen como por ejemplo el tema del manejo de desechos sólidos que en la ciudad lleva más de diez años de ser utilizado el mismo método a pesar del incremento en su población y ciudades aledañas; o la poca atención al tema de drenajes, a pesar que existe un impuesto que todo ciudadano paga para el mantenimiento o renovación de estos. Ello, además del problema de la alcaldía de negar el acceso a la información pública sobre los gastos de la administración de la municipalidad, cuando está en toda la obligación de hacerlo en aras de la transparencia desde la concepción de ser la municipalidad, un ente público al servicio de la población. Pareciera que los grandes problemas de la ciudad continúan y no hay intenciones de dejar el espacio para que otro rostro ingrese a administrar la municipalidad de la Ciudad de Guatemala.
¿Quién puede realmente representar el cambio para la Ciudad?
Haberle puesto nombre y apellido a la historia probablemente cambió la perspectiva de cómo ver la situación de la historia inicial, aquella que hacía referente al omnipotente. Sin embargo, así como la ciudadanía guatemalteca despertó, manifestó, luchó y logró ejercer presión para sacar a Roxanna Baldetti, Otto Pérez Molina, presionar al Congreso de la República de Guatemala en el tema de los antejuicios y recientemente sacar de la contienda electoral a Baldizón en las elecciones generales, es necesario que los ciudadanos vecinos de la Ciudad de Guatemala también sean críticos y analicen su entorno más próximo, la municipalidad de la Ciudad de Guatemala. Tener un alcalde por más de 16 años así como podría ser positivo por la continuidad de los proyectos, también posee sus riesgos, especialmente en torno a los problemas no atendidos y es precisamente eso lo que se debería cuestionar y analizar.
Existe un famoso trabalenguas que considero que puede quedar acorde a la historia de la ciudad del Omnipotente: “El rey de Constantinopla, no se quiere descontantinopolizar; quien lo descontantinopolice, será un excelente descontantinopolizador.” En algún momento Álvaro Arzú dejará de ser el alcalde de la Ciudad de Guatemala y entonces ¿a quién se elegirá? ¿existirán realmente otras opciones?
Es necesario que los descontantinopolizadores, es decir los ciudadanos de la Ciudad de Guatemala, vean que la ciudad tiene problemas estructurales por los cuales trabajar o exigir más allá de un pasos y pedales los domingos, Transmetro en algunas zonas y actividades culturales. Así como Arzú, otros alcaldes y diputados seguirán en el poder el tiempo que deseen mientras los guatemaltecos no hagan lo contrario y elijan nuevas autoridades. Un par de propuestas han salido diferentes pero evidentemente no han sido suficientes o confiables para otorgarles la dirección de las instituciones públicas.
Estos nuevos cuatro años que prometen ser transformadores a nivel político y social, se pueden formar nuevas propuestas que vengan directamente desde las demandas locales y ciudadanas, y demostrar que quienes en realidad tienen el poder en su ciudad y en todo el país, son los ciudadanos mismos. Si las ciudades y sus ciudadanos están cambiando, ¿por qué sus autoridades no?