En ocasiones, nos es difícil aterrizar la idea de “medio ambiente” ya que son dos palabras que pueden llegar a tener muchos significados diferentes; dependiendo de la situación y el lugar en donde nos encontremos, así será nuestra interpretación.
El tema ambiental es tan extenso, que generalmente tiende a perderse entre tantos significados y definiciones en el mundo. Por ejemplo, posicionándonos en Guatemala, el “medio ambiente” no son palabras que se usen en la cotidianidad y muchas veces representan una forma de generación de capital y explotación; por el contrario, y sin ir muy lejos, en Costa Rica la idea de el “medio ambiente” se entiende como un sistema natural, que se debe cuidar y proteger a toda costa.
Desde la definición que le demos a estas palabras, inician las divisiones. No es lo mismo tocar la temática ambiental desde la perspectiva política, que desde la perspectiva propia ambiental. En ocasiones a nivel político, el tema ambiental no cobra fuerza dentro de los debates que se llevan a cabo, al menos que sea para tocar temas con respecto a plantaciones de palma africana o caña.
En este contexto y adentrándome en el tema de este primer artículo, tiene su importancia mencionar a la “democracia ambiental”. Un término bastante poderoso, que despierta el interés con tan solo escucharlo, ¿Quién podía pensar que un término político y uno ambiental pueden estar en la misma oración? Afortunadamente sí, sí pueden estar unidos.
Desde mi forma de entender el término, la democracia ambiental hace referencia al derecho con el cual contamos, para defender nuestros territorios ambientales.
El término genera ese empoderamiento que muchas veces hace falta fomentar. Nos recuerda que en nosotros está esa fuerza, ese derecho, esa participación para defender y cambiar el rumbo de algo con lo cual no estamos de acuerdo, algo que esté dañando nuestro medio natural. Pero para defender algo, primero tenemos que conocerlo y entenderlo. Este término se encarga de hacernos comprender que el medio ambiente es un todo ¿Y por qué? Bueno, porque básicamente nuestra participación crea nuestra realidad. Si nosotros somos conscientes del poder que nuestras acciones y nuestras voces tienen, vamos a usarlos y a medida que nos sintamos más cómodos, vamos a hacer que otros se sientan igual de cómodos expresándose. Esta conciencia colectiva tiene un impacto grande y expansivo; de esta forma, se crea una realidad distinta, una realidad que se convierte en un estilo de vida.
Y esto no es una fantasía, ya es una realidad, alrededor de todo el mundo la ciudadanía ha tomado este término y lo ha hecho suyo; manifestándose y exigiendo justicia ambiental ante muchas acciones que van en contra de este derecho, nuestro derecho a exigir un cambio en el sistema y en la visión que este tiene sobre el medio ambiente.
Entonces para mí, la democracia ambiental es ese término que nos recuerda el poder que tenemos como ciudadanía, para pelear por vivir en un medio ambiente que merecemos; un medio ambiente no explotado que pueda ser respetado en todo el mundo y por todo el mundo.
Con el único fin de mejorar nuestra realidad, creando una consciencia colectiva fuerte, que se apoye, que exija y se dé cuenta que sus voces valen, sus voces hacen una diferencia, caminar juntos nos da fortaleza. Los grandes cambios se han dado por todos aquellos grupos, los cuales, han tenido claro que se merecen vivir en una realidad que no los dañe, una realidad que los haga crecer y desarrollarse, para de esta forma, poder avanzar como sociedad hacia un futuro más brillante.