Mafer Marzo 1

María Fernanda Sandoval/ Opinión/

Así, con el artículo determinado y singular; con el nombre propio en minúsculas, para recordar que Guatemala, en el solidario idioma español que distingue los géneros de las palabras: es femenino. Así también, intencionalmente, con falta ortográfica, porque aquí se acostumbran las faltas; el irrespeto, las incorrecciones, los agravios, los incumplimientos más viles a cualquier norma.

Justo en el publicitariamente llamado “mes de la mujer” a  pocos días de  “conmemorar” un día internacional, vale preguntarse: ¿qué vamos a celebrar? ¿cuánta hipocresía se necesita para festejarlo? Antes de que se regalen flores en los colegios y las universidades, de ver a las oficinistas vestidas de morado, de las lecturas y poemas de siempre, de que “mujeres” de Ricardo Arjona suene doscientos veces en la radio; es menéster preguntarse ¿los derechos de cuántas mujeres estamos homenajeando? ¿de quiénes? ¿de cuáles? ¿dónde están? Porque las que nos sentimos como iguales a nuestros semejantes masculinos, que los vemos, compartimos y no creemos deberles nada, que los sentimos amigos y cercanos y que nos sabemos capaces de alcanzar las mismas metas; somos muy escasas. Es mentira que se haya alcanzado una equidad de derechos y es mentira que en el país se trate a hombres y mujeres por igual.

Y sin exagerarse, Guatemala ya que es femenino, debería escribirse en minúscula para representar a través del lenguaje la realidad.

guatemala, con mayúscula, no será mientras en el país se trate de forma diferente a exfuncionario y exfuncionaria pública, ambos acusados por lo mismo, ambos traidores del pueblo. Pero ella denigrada un poco más, ella tratada de “puta” porque odio, frustración y desgracia le es más fácil de expresar.

No tendrá nombre guatemala, mientras su gente siga despreciando a una de sus PREMIOS NOBEL. Porque ¿cómo puede una mujer llegar a ser alguien? especialmente si es indígena. Porque debió haberse vendido o dejado manipular para llegar hasta allí. Porque sin sentido ni lógica, es más fácil burlarse de una mujer que admirarla.

No será nombre propio guatemala; si aún tantas mujeres sufren de violencia doméstica, física, psicológica, económica y sexual; sin más motivo que el haber nacido como “el sexo débil”; predestinadas a no ser.

No hay letra capital en la guatemala de Cristina Siekavizza, ni de cualquier otra mujer que se haya quedado sin sueños o ganas de soñar, ni aquella cuya vida se resume a tener a las doce en punto listo el almuerzo de un patán.

No se enaltecerá falsamente la guatemala de las pocas que han llegado a puestos claves de incidencia nacional y sus detractores, aunque no sean tantos como los de “La Baldetti” ni “El Pérez” (aunque a él nadie se refiera de esa forma), al ver que no tienen argumentos; se jacten de burlarse de ellas “porque son feas” con chistes de adolescencias tardías. Porque pocos atacan la capacidad o profesionalidad de Jazmín Barrios o Claudia Paz y Paz.

Y sobre todo, no nos podemos engañar cuando en guatemala, fuera de las posturas ideológicas y del debate técnico-jurídico, que podrían llegar a ser válidos esos argumentos; más allá de que sea posible que existan personas que se sientan orgullosas de sus padres, amigos, hermanos, tíos, abuelos militares, porque somos humanos y es doloroso que hieran a los nuestros, porque algunos tenemos como única verdad la que tanto nos han repetido .  Incluso más allá de la falta de sentido común y de valerse de engaños, por ejemplo del desprestigiar un testimonio calumniando sobre el supuesto uso de celular de mujeres analfabetas, cuando la fotografía retrata el uso de un aparato de traducción…

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…. más allá del luchar y defender lo que se crea correcto. Que en nuestro país se siga ofendiendo, vulnerando y maltratando a las personas que un proceso penal ya han sido declaradas víctimas. Que se dejen los argumentos de lado y no se expresen enunciados para defender una idea, si no para deshumanizar. Que se emitan comentarios que dejen atónito a cualquiera con un mínimo de empatía, que éstos se escuchen como si no se dijera nada; tranquilamente y a la luz del día, entre los pasillos o los elevadores, en charlas de “intelectuales”, en redes sociales. Que se refiera a la señoras de Sepur Zarco, como si no se estuviese hablando de seres humanos, como si por ser mujeres e indígenas fueran menos dignas, como si no merecieran compasión;  aparenta una”G” mayúscula impertinente en nuestra desalmada guatemala; ¿cómo celebrar este día internacional? cuando tantas de nuestras mujeres están tan opacas, tan disminuidas, tan escritas en levedad.

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