Liza María Hernández en España
Annalissa Tabarini Herrera en Corea del Sur
Rony Perla Acuña en Estados Unidos

Se dice que la identidad proviene de la imagen que uno tiene respecto al otro. Al hablar sobre identidad de nación, es necesario contrastarse con los otros. Otros grupos, en otras latitudes y otras naciones. ¿Qué diferencia a un guatemalteco en el extranjero de uno que reside en su propio país? ¿Se siente más patriota por estar fuera? ¿Encuentra en las diferencias de los otros y en las similitudes de los cercanos, una imagen para identificarse más como guatemalteco? Estas son las historias de tres guatemaltecos que viven o han vivido en el extranjero, y que intentan dar respuesta a nuestras interrogantes.

El sueño de vivir una experiencia fuera de su país, conocer y convivir con gente de diversas culturas y diferentes formas de pensar, fue lo que motivó a Liza María a salir fuera de Guatemala. “Tengo 26 años y hace dos años, justo antes de mi cumpleaños número 24, tomé la decisión de irme a España a estudiar”. La experiencia obtenida ha sido muy enriquecedora. “La experiencia que me ha tocado vivir de este lado del mundo ha sido enriquecedora en todo sentido. No porque lo que haya encontrado aquí sea mejor de lo que tenía en Guatemala, sino porque en realidad, me ha hecho valorar mucho más todo lo que dejé. Siempre he querido mi país -a pesar de las circunstancias de inseguridad y las cosas que siempre tildamos de negativas-, pero al estar fuera, es verdad que uno aprecia muchísimo más todo eso que con el día a día a veces se nos olvida. La amabilidad y la hospitalidad de la gente, esa necia costumbre que tenemos de siempre estar pendientes que todos anden y se sientan bien, es algo que uno se da cuenta viviendo lejos. Desde España he llegado a descubrir que los guatemaltecos, a pesar que no lo creamos, somos solidarianos y nos preocupamos por las necesidades del otro. Cuestiones tan sencillas como los frijoles y las tortillas, hasta la manera de celebrar las festividades y las tradiciones que se viven en familia, son elementos de la vida del guatemalteco que se extrañan. El compartir con gente de muchas culturas diferentes, me hizo en realidad sentirme muy orgullosa de mis raíces y de todo lo que Guate me ha dado”, nos comenta.

Annalissa sueña con una nación de gente próspera, motivo por el cual desde el año pasado emprendió su viaje en búsqueda de conocer países con historias asombrosas. Esta vez nos escribe desde la pujante Corea del Sur, donde estudia una maestría en International Development and Comparative Studies. “Me interesa adquirir nuevos conocimientos sobre el impresionante desarrollo de Corea del Sur, y me gustaría poder aplicarlo en ciertos aspectos de nuestra realidad guatemalteca”. De Corea, ha aprendido muchas cosas. “Corea del Sur es un país con una historia asombrosa, después de vivir una guerra devastadora que dividió a Corea (Norte-Sur) logró alcanzar altos índices de desarrollo a un paso impresionante. Su gente es muy trabajadora, siempre están de prisa, incluso poseen un término para ello: pali-pali, que es parecido a nuestro chanín-chanín, solamente que los coreanos ¡sí lo aplican al 110%!”

Sin embargo, vivir en Corea del Sur también le ha permitido a Annalissa conocer gente de varios países; 20 personas con perspectivas diferentes de la vida y 20 culturas diferentes. “Diecinueve individuos (oficiales de gobiernos, catedráticos, etc.) que viven en países en vías de desarrollo y me sorprende que tengamos un mismo fin, ver a nuestros países desarrollados.” La experiencia de Annalissa la motiva a invitar a todos a intentar estudiar en el continente asiático, perder los miedos y demostrar la capacidad que tenemos como guatemaltecos.

Un año después de la caída de las torres gemelas, es Rony quien decide irse a trabajar a Virginia, Estados Unidos. “Siempre hubo en mi una curiosidad por conocer otros países, me fui sin la aprobación de mi esposa, de mis hijos y de mis amigos”. Recuerda que antes de irse le pidió consejo a un buen amigo, quien le dibujó el peor escenario nunca antes visto, pero eso no bastó para frenar su decisión. ¿Con qué cosas se encontró en el país del norte ? “Me encontré con las dificultades del idioma para desarrollar con éxito mi trabajo; impedimentos para movilizarme, ya que la licencia de conducir de nuestro país no aplica en Virginia; con muchos connacionales viviendo en soledad y nostalgia, una cultura empobrecida por el individualismo y el consumismo, y con un mundo moribundo a causa del sexo y la droga”.

Después de un tiempo de ver y vivir en medio de esa realidad, a Rony le vinieron a la mente muchas preguntas: ¿Quién soy?, ¿Qué hago aquí?, ¿Esto es para mí? , ¿Esto da sentido a mi vida?. Una y otra vez intentaba dar respuesta a todas esas interrogantes. Luego buscó a otros para que le ayudaran a buscar respuestas: otros parecidos a él, que hablaran el mismo idioma, que profesaran la misma religión, que tuvieran en el cuerpo las mismas huellas de la pobreza; otros que tuvieran los mismos temores y las mismas esperanzas. Llegó a la conclusión de que las culturas hegemónicas están empeñadas en despojarnos de lo más valioso; la capacidad de construir nuestra propia identidad. Se pierde el sentido de lo comunitario enraizado profundamente en nuestra cultura, y poco a poco se va deteriorando por el individualismo, la desconfianza y la violencia. “Regresé a Guatemala convencido de que una nueva comunidad es posible y comencé a trabajar en un proyecto dirigido por jesuitas, donde junto a un grupo de jóvenes y educadores de áreas marginadas de la ciudad, apostamos por la construcción de un mundo mejor, un mundo más solidario, justo y tolerante”.

Estas historias nos demuestran que el estar fuera del país, muchas veces nos hace darnos cuenta de lo valioso que tenemos dentro. Y tú que estás dentro, ¿De qué te sientes orgulloso?

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