Pamela Avilés / Opinión /
Existen múltiples referencias históricas que señalan la existencia de la homosexualidad desde los inicios de la humanidad. Desde la Grecia clásica, Roma, el Renacimiento, la Edad Media hasta la actualidad, se han filtrado relatos sobre las relaciones mantenidas entre personas del mismo sexo. Esta columna lo que busca es plasmar una opinión que necesita de profundización, pero que constituye una interpretación de un sector de la población respecto a la homosexualidad y la estabilidad económica. Por ello, es preciso entonces comprender que el término “homosexualidad” viene del griego homo que significa igual y del latín sexus que significa sexo. Partiendo del análisis etimológico del concepto, nos permitimos entonces comprender la homosexualidad como la interacción sexual y en casos emocional entre hombres y mujeres.
Se han hecho múltiples interpretaciones sobre las posibles implicaciones que la homosexualidad conlleva, sin embargo, para propósito de esta columna nos detendremos en uno: aquella persona que reconoce ser homosexual se ve inmerso en un proceso de aceptación personal y con ello la aceptación social, lo que evidentemente genera en un momento determinado una posible preocupación. De manera que, quien emprende este proceso de autodescubrimiento vivirá -en algún grado- emociones como preocupación, ansiedad o nerviosismo, por mencionar algunos.
Derivado de este último elemento, deseo intentar formular una hipótesis que sería interesante estudiar más a profundidad en otro momento. Plasmo aquí la “punta del iceberg” que habrá de estudiarse con respecto al tema y es que: la homosexualidad es postmaterialista. Ronald Inglehart -politólogo y sociólogo- introduce este concepto como parte de su filosofía y explica que el postmaterialismo implica la existencia de un cambio cultural en los valores sociales, producto del crecimiento y seguridad económica.
Esto implica que este cambio cultural dejará de centrarse en preocupaciones materiales, porque estas han sido superadas, y que por tanto las preocupaciones irán orientadas a ideales de autorealización.
En base a este concepto es que deseo empezar a construir la tesis sobre la homosexualidad como una tendencia que toma mayor preponderancia en aquellos que están económicamente estables y por encima del grueso de la población. Es decir, que existe una tendencia a que esta orientación sexual sea más común de identificar en clases sociales más altas, claro y reiteró esto constituye una tesis que está lejos de ser una verdad absoluta.
Dando por sentado que la homosexualidad es mucho más factible en un ambiente económicamente estable, ¿qué razones encontramos para afirmarlo? En realidad encuentro tres como primera aproximación al tema. La primera de ellas es que las personas cuyo poder adquisitivo es menor del promedio, se ven inmersos en diferentes preocupaciones. Estos tenderán a buscar suplir necesidades materiales como prioridad, dado que es la razón primaria de supervivencia. Así pues, estas condiciones de pobreza consumen su tiempo en buscar vivir al día, anulado de facto la posibilidad de la existencia de procesos de autodescubrimiento y preocupación por estos como prioridad.
La segunda razón implica que las personas de estratos sociales bajos son menos vulnerables a sufrir un proceso de occidentalización o europeización, que es de dónde viene una fuerte influencia de un cambio social en los valores individuales y sociales.
Es en estas dos culturas que nacen movimientos identitarios que buscan hacer de la autorealización y autodescubriemiento sexual una prioridad para la agenda política y sobre todo para la vida personal de cada uno de los individuos. Personas con poca estabilidad económica tienden a ser más comunitarios y de esto deriva que exista una alta tendencia al conservadurismo; y por ende bajo este supuesto, las críticas que podrían ser efectuadas hacia alguien que emprenda un proceso de autorealización sexual rebalsan por mucho las críticas comunes.
Y por último, este mismo conservadurismo da paso al machismo. Y de este fenómeno deriva una premisa a considerar y es que bajo el machismo se definen roles inflexibles y rígidos tanto para hombres como para mujeres. Y así, si el individuo no cumple con estos roles le restan, y de ahí deriva también la suposición de que la homosexualidad en comunidades o en núcleos sociales de poco poder adquisitivo es mucho más díficil de identificar. Así pues, cómo ya se dejo establecido, esto constituye una curiosidad que busqué materializar en esta columna y que sin duda alguna despierta muchos más argumentos a considerar en apoyo o en contra de la tesis que aquí se expresa cómo primer acercamiento al tema.
** Esta columna de opinión fue modificada el 10 de octubre de 2014, a solicitud de la autora.