María Alejandra Morales/ Opinión/
En las vísperas de la elección de Fiscal General y Jefe del Ministerio Público, vuelven a relucir la gama de conflictos ideológicos que nuestra sociedad política padece. Entre derecha e izquierda, blanco y negro, al parecer no hay mucha diferencia, pues a la hora de atacar lo más cómodo es no matizar; con esto se logra incurrir en menos costos, pues pueden hacerse conclusiones más simplistas y poco fundamentadas.
Es esta misma fragmentación en la manera de pensar, lo que provoca que muchas veces malinterpretemos la realidad, pues cuando se está cegado por una ideología difícilmente pueden extraerse conclusiones objetivas de lo que se observa.
Aparentemente el problema dejó de ser el Ministerio Público deficiente que hasta el día de hoy tenemos, y más bien se ha convertido en un conflicto ideológico. La solución a la problemática ya no se encuentra en los deseos por mejorar el sistema, sino en impedir ya sea el triunfo de la derecha o de la izquierda. En cualquiera de ambos casos quien pierde es nuestro país, pierde el sistema de justicia, pierden los pocos funcionarios honorables que hay en él, y sobre todo, perdemos nosotros como ciudadanos. ¿Cómo evitarlo? Pues qué mejor manera de contribuir al fortalecimiento institucional de nuestro país, que despojándonos de nuestros tintes idealistas y utópicos, que más bien nos dejan cegados ante realidades tan amargas como las que hoy en día enfrentamos. Dejemos ya de buscar culpables, si lo que hoy sucede no es culpa ni del ejército ni de la guerrilla, ni de la gente de derecha tampoco de los comunistas, si entre los idealistas la lealtad y autenticidad muchas veces es lo más difícil de encontrar. Esto fácilmente se comprueba en la práctica, en las acciones de funcionarios “enamorados” de su ideología que al final del día en el ejercicio se corrompen como cualquier otro, desligándose incluso de aquellas ideas por las que un día daban la vida.
Maquiavelo lo dijo muchas veces y lo dijo muy bien, no debemos basarnos en lo que debería de ser, que es lo que usualmente hacen las ideologías, sino en lo que es.
Y lo que en la realidad tenemos es una Guatemala sedienta de paz, seguridad y de nuevas oportunidades; lo que en la realidad hay en este país son índices altos de pobreza y desnutrición; los males que concretamente se padecen en esta nación, no se deben a la amenaza comunista ni Yankee, se deben más bien a la falta de entusiasmo de tantos guatemaltecos que se han perdido en la utopía de pensar que este país se mueve por ideas tan alejadas de nuestra realidad. Entonces, ¿quién es ese candidato idóneo y honorable que debería convertirse en nuestro próximo Fiscal General? Los buenos idealistas se preguntarán ¿De derecha o de izquierda? …