Martín Berganza / Opinión /
A finales de 2014, viajé al Distrito Federal y visité el Teatro de Bellas Artes. Recuerdo haber contemplado el mural de Jorge González Camarena, Liberación o La humanidad se libera de la miseria. La enormidad del mural chocó con mi sensibilidad infantil y mi afinidad por espacios pequeños. Pero lo que más me impactó fue el tema del cuadro: un hombre, previamente atado y sojuzgado, rompe el poste al que lo mantienen atado.
Siempre he pensado que vivo en una sociedad semilibre. Existe el reconocimiento al derecho de libre locomoción, sacrosanto para algunos; el derecho a la libre asociación, a la expresión del pensamiento, entre otros. Es decir, estos derechos existen en papel y se practican regularmente. Sin embargo, miren ustedes como se limitan esos derechos. Este sigue siendo un país en donde no se puede vivir libre del temor, del temor al hambre, a los asaltos, al resultado del impacto de una bala perdida en una balacera.
De cierta forma, he llegado a asociar la liberación del hombre con su desarrollo. Esto es, con la mejoría en sus condiciones de vida para que pueda vivir su vida de forma digna. En el año 2014, Guatemala obtuvo 0.627, de un posible 1, según el Índice de Desarrollo Humano para ese año[1], situándonos en el lugar 125 de 187 países a nivel mundial. Es decir, no hay avances en materia de salud para que suba la esperanza de vida de los guatemaltecos; no tenemos suficientes años de escolaridad y, además, tampoco tenemos un buen ingreso del PIB per cápita. Todo eso evidencia nuestro retroceso y, arguyo, falta de libertad.
¿Estaremos en condiciones de mejorar nuestro índice de desarrollo humano? No lo creo.
El nuevo gobierno entrará con un presupuesto en salud menor que el año pasado (5647.2 millones en 2015 vs. 5529.7 millones en 2016[2]). No tengo idea de cómo lidiará el gobierno de Jimmy Morales para resolver la crisis de salud con menos fondos para el Ministerio. De la misma forma, soy muy escéptico hacia una posible mejoría en el sistema educativo. Además, no sé cuán comprometido esté con el fortalecimiento del sector justicia para mejorar la investigación de delitos, su sanción y su prevención.
Todo esto es importante. A 31 años de haber tenido una democracia constitucional, no deberían estar llegando al poder personas que no tienen interés en gobernar. El político guatemalteco no siente mayor necesidad de mejorar las condiciones de las personas, de ayudar a liberarlas. No existe noción que el gobierno está para servir a todos, y no unos pocos.
Quizás esto suene panfletero, pero lo creo de importancia: no existe buen gobierno sin buena ciudadanía. A estas alturas, y después de las protestas del año pasado, ya deberíamos haber aprendido que no es bueno confiar demasiado en un gobierno, que siempre hay que estar a la expectativa, vigilantes. Todo esto con el fin de asegurarnos que nos gobiernen bien. Si no, habremos cumplido con la frase de Platón: “Uno de los castigos por rehusarte a participar en política, es que terminarás siendo gobernado por hombres inferiores a ti”. Pensemos también en que la emancipación también es espiritual, es refrescante porque el hombre se vuelve dueño de su libertad y de sí mismo con el desarrollo.
La liberación gradual del hombre estará lejos si no estamos atentos al actuar de quienes nos gobiernan.
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[1] http://hdr.undp.org/sites/all/themes/hdr_theme/country-notes/GTM.pdf
[2] http://www.minfin.gob.gt/index.php/comunicados-2015/2758-18-entrega-del-proyecto-de-presupuesto-general-de-ingresos-y-egresos-del-estado-para-el-ejercicio-fiscal-2016