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Martín Berganza / Opinión /

No sé por qué seré tan masoquista… Abrí República.gt y me tomé la molestia de leer la columna “Verdades sobre la Guerra”, de Betty Marroquín. Pueden leerla; los invito a que la hagan y saquen sus propias conclusiones. En corto, la señorita Marroquín nos insta a agradecer a la generación que luchó por “nuestras libertades” y que vivimos en una sociedad problemática, pero libre.

Antes de darles mi opinión respecto a la libertad, permítanme hacer una aclaración: tengo un serio problema con que al Conflicto Armado Interno se le denomine “guerra interna”. La señorita, o licenciada (lo ignoro) Marroquín hace la necesaria aclaración que, efectivamente, no se dio una guerra dentro del marco del jus ad bellum, del derecho de la guerra. Dentro del mismo, es un principio generalmente aceptado que la guerra se da entre dos Estados, y se precede por una declaración de guerra. En Guatemala, no sucedió esto.

Según mi interpretación, sucedió un conflicto entre el Estado guatemalteco, un Estado notoriamente ilegítimo, sustentado con base en fraudes electorales y golpes de Estado desde la contrarrevolución de 1954; y una guerrilla, compuesta por oficiales descontentos, y personas que se integraron a los movimientos revolucionarios. Claro, como aclara Marroquín, se sustentaron en la ideología marxista, siempre variando entre leninistas, maoístas, etcétera. Nunca sabremos cómo sería nuestra realidad si acaso hubiese ganado la guerrilla. Al final, triunfó el Estado. Y estamos como estamos.

Pero aquí hay una disonancia cognitiva y una contradicción ideológica que yo no entiendo cómo las personas que se autodenominan “libertarias” o “liberales” no captan. Me dicen que triunfó la libertad individual… A fuerza de abusos del Estado, a fuerza de masacrar a pueblos enteros, a fuerza de violar las libertades individuales de los guatemaltecos.

¿Por qué defienden con tanto ahínco al Ejército de esa época, al punto de justificar los abusos del Estado contra el individuo, si tienen una filosofía que busca que el Estado intervenga lo menos posible en la esfera de libertad individual?

Miren, yo no vengo a decirles que la guerrilla no mató. No vengo a justificar los bombazos que Miguel Ángel Sandoval cínicamente llama “errores”. No vengo a decirles que la misma banda de pelmazos que mataron a mi abuelo, Mario Dary Rivera, son ángeles. Para nada. Aquí vengo a denunciar una contradicción, a denunciar la hipocresía tan notoria de personas que se llenan la boca de defender al Estado de Derecho, cuando en realidad defienden el abuso del Estado sobre el individuo, sobre el ciudadano, sobre el indígena, sobre mujeres y niños. ¿Cómo pueden llamarse liberales y tomar semejantes posturas?

Y por favor, no me malinterpreten. No estoy en contra de la existencia de la institución castrense. La fuerza no debiese ser necesaria para la convivencia pacífica de los seres humanos, pero resulta necesaria para mantener un orden. Pero este orden tiene que basarse en un estricto apego a la ley y al respeto de los Derechos Humanos, siendo la libertad y la integridad física piedras angulares de los mismos. El Ejército de Guatemala, y la guerrilla, no respetaron estos derechos. Por esta razón, deben y tienen que responder ante sus actos en un tribunal (claro, si es jurídicamente viable; es muy difícil que la guerrilla sea condenada porque sus crímenes entran dentro del orden penal común, donde los delitos prescriben a los treinta años, según el Código Penal).

Concluyo con esto: una sociedad no puede olvidar ni puede maquillar sus heridas. No puede suponerse que la responsabilidad es igual para actores del Estado que para grupos ilegales, como lo fue la guerrilla. Y yo esperaría que, quienes realmente creen en la libertad del ser humano y que dicen agradecer la libertad que tienen ahora, tengan la solvencia moral y sean consecuentes para reconocer las violaciones terribles que el Estado guatemalteco propinó a la vida, a la integridad física y a la libertad de todos los guatemaltecos desaparecidos y a quienes desentierran en fosas comunes.

Ojalá que los amantes de la libertad tomen nota.

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