Julietta/

Pasé 55 años de negación, diciendo que todo en mi vida era maravilloso, después de todo mis hijos tenían carreras brillantes, hogares impecables y ejemplares. Mi esposo manejaba su empresa de una manera óptima, que lo colocaba en una posición económica que muchos podían o estarían envidiando. ¡Qué más podía pedirle a la vida! Y yo, ¿cómo estoy?  Pues…yo…

No supe que responder a mi propia pregunta. Por tanto, me negaba a responder que había nacido y crecido en una familia alcohólica. Me negaba a aceptar que mis padres me habían descuidado. Ahora comprendo que era lo único que ellos sabían y podían hacer. Me negaba a aceptar que me había casado con una persona que también provenía de una familia alcohólica.  Y además, que él era un enfermo alcohólico activo.

Cuando mi esposo inició un tratamiento contra el alcoholismo, me instó a que examinara la parte que me correspondía en mi inestable matrimonio.

Al principio lo eludí, después de todo la negación me había ayudado mucho a lo largo de mi vida. Pero había sufrido una depresión importante ese año y después de esta depresión ahora buscaba respuestas.  Comprendí que parte de mi depresión se vinculaba con el hecho de que todo lo que había realizado para sobrevivir durante 55 años no funcionó. Cuando por fin lo reconocí, experimenté un sentimiento profundo de pérdida. Yo no era la persona que creía ser, la que podía enmendarlo todo y a todos. Era en realidad una controladora, enredada en las vidas de otras personas, definiendo mi felicidad por medio de la felicidad de mi familia.   Sentía que había perdido mi identidad. Como lo expliqué al principio  ¿cómo es posible que me mintiera a mí misma durante tantos años? ¿A dónde se había ido toda esa perfección? ¿Me seguirían necesitando, me seguirían amando?

Un día de tantos llegué a Al-Anon. Al comenzar a asistir a las reuniones y a practicar el programa, me di cuenta de que les había transmitido a mis hijos los comportamientos no adecuados que había aprendido a lo largo de mi vida (me los enseñaron mis padres).

Había criticado y juzgado a mi esposo, pensando en todo momento que tan sólo  hacía pequeñas bromas a costa suya, también pensaba que él hacía las cosas para lastimarme y lastimar a sus hijos. No podía comprender cosas como por qué si yo ya llevaba 5 años sin fumar ¿por qué él no podía hacer lo mismo con el alcohol? Al- Anon me ayudó a encarar la profunda culpa que sentía por las cosas que le había hecho a mi esposo, a mis hijos y a los que me rodeaban.  A través de la práctica de los Doce Pasos pude aliviar y eliminar “algunas” de las culpas  y a remediar de alguna manera el daño que causé muchas veces de forma involuntaria, pero que lastimó a mis seres queridos.

Después de leer un folleto de Al-Anon titulado “El alcoholismo y cómo nos afecta”, comprendí que se estaba aproximando el momento de ocuparme de mí misma. Pero ¿cómo se hacía?  Mi nivel de energía y cordura estaban llegando al mínimo.  El folleto decía que una de las maneras de ocuparse  de una misma era asistir a reuniones, cosa que con un poco de dificultad pero con mucha voluntad y deseo de cambio pude lograr hacer.

A cuantas más reuniones asistía, mejor me sentía.

Soy aún una recién llegada a Al-Anon, pero he comprendido mucho y voy  aprendiendo  que el alcoholismo es una enfermedad y que es de contagio familiar, eso quiere decir que todos absolutamente todos nos enfermamos de una manera u otra al entrar en contacto con la forma de beber y vivir de alguien más.

Sé que todavía hay ira, mucha tristeza, sentimientos que voy descubriendo  en mi interior que debo aceptar, y trabajar a través de los instrumentos de Al-Anon y de esa manera iré aliviándome poco a poco hasta llegar a convertirme en la mejor versión de mí misma. Sé que Al-Anon y las personas que allí asisten me apoyarán a lo largo de todo el proceso, ahora entiendo que Al-Anon es para toda la vida. Y me alegra de que sea así, sé que siempre necesitaré de su ayuda y yo de alguna manera podré regresarle a alguien lo que he recibido allí.

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