Luis Ernesto Morales/ Opinión/
El paso del tiempo es algo diferente y único para cada situación que vivimos en nuestras vidas y su velocidad parece variar constantemente. Un recuerdo de hace años, puede parecer más cercano que lo que hayamos hecho hace dos días. Por eso, el recuerdo del 27 de agosto, del #JusticiaYa, del #YoNoTengoPresidente, del #NoTeToca y de las reuniones cívicas que se llevaban a cabo cada sábado en la plaza a las 3 de la tarde contra tres “enemigos públicos”: Pérez, Baldetti y Baldizón; parecen un recuerdo tan lejano, aunque apenas estemos cumpliendo un año de esa fecha. Claro está, que ha sido un año cargado de múltiples hechos políticos. Desde La Línea, pasando por la caída de Baldizón y el ascenso de Jimmy, estos últimos 12 meses han estado plagados de temas positivos y negativos para Guatemala.
El país ha cambiado de hace un año hasta ahora pero, ¿qué hemos logrado y por qué no hemos logrado más?
Un año después del #27A, han surgido tres figuras principales a las que los guatemaltecos hemos visto como los “defensores” del país. La Fiscal General Thelma Aldana, el Comisionado de la CICIG Iván Velásquez y el Juez Miguel Ángel Gálvez. Sus labores han sido admiradas por la sociedad y personalmente admiro su integridad profesional. Gracias a ellos el día más esperado de la semana ha dejado de ser el viernes y ha pasado a ser el jueves de CICIG donde surgen las capturas más importantes y significativas del proceso post-2015. Con ellas, el juez Gálvez ha salido en escena no solo para continuar con el cambio, sino también para darnos clases del proceso penal a la mayoría de quienes lo hemos visto.
Sin embargo la sociedad guatemalteca, no caracterizada por su cultura política, ha cometido un gravísimo error con los tres “héroes” y tres “enemigos” nacionales. Universidades, profesionales, clases altas, medias y bajas, población rural y urbana nos unimos en contra del enemigo en común. Vimos la causa de nuestros males en Pérez y Baldetti principalmente y vimos la amenaza de Baldizón en el horizonte. Por su parte hemos visto a Aldana, Velásquez y Gálvez como los salvadores y protectores de la justicia. Es aquí donde Guatemala debe cambiar si queremos lograr lo que nos propusimos hace un año.
Lo que nos ha privado de conseguir más, ha sido la “personificación” del bien y el mal que hemos hecho con nuestros problemas nacionales.
Le hemos puesto nombre y cara a la corrupción y no la hemos atacado de una forma menos individual. Al salir ellos del poder el movimiento se esfumó, porque tomamos por muerta una corrupción que es mucho más antigua y profunda. Hemos permitido que solamente sean tres personas quienes defiendan la justicia sin ser nosotros mismos quienes defendamos nuestro Estado de Derecho. Hemos visto a personas individuales como los responsables y claro que lo son, para bien y para mal, pero tenemos que ver más allá de la superficie para solventar nuestra situación. No solo se trata de cambiar caras y nombres en los puestos públicos, se trata de despersonificar la corrupción y la justicia, crear un país en el que se crea en las instituciones y la ley reine encima de todos.
Para que el legado de hace un año sobreviva, no debemos crear héroes y villanos, sino figuras públicas; tampoco el bien y el mal, sino justicia y corrupción; y no debe haber una clase política, sino una cultura política.
Fotografía por: Andrea Godínez