La investigadora presentó un análisis de las representaciones sobre la “problemática indígena” que esbozaron equipos pastorales en varias diócesis de Guatemala, en el primer quinquenio de la década del setenta. Estas representaciones se formularon en el marco de un proceso de reflexión sobre el trabajo de la Iglesia católica con las poblaciones indígenas en México y Guatemala, con el objetivo de transformar la acción pastoral hasta entonces desarrollada. Este proceso fue impulsado, en diócesis mexicanas y guatemaltecas, por la Comisión Episcopal para Indígenas de México, presidida por el entonces obispo de San Cristóbal Las Casas, Samuel Ruiz.
El reto que presentaba el cambio de las relaciones entre la Iglesia católica y las poblaciones indígenas era el de reconocer el involucramiento de la Iglesia en el sometimiento colonial que estructuró las relaciones de poder en las sociedades mesoamericanas. Este reto derivaba de las discusiones sostenidas en el Concilio Vaticano II. Especialmente, la experiencia misionera en África sirvió como uno de los antecedentes para elaborar un cuestionamiento de la postura occidentalizante de las pastorales latinoamericanas sobre las culturas indígenas.
A través de una serie de encuentros de “pastoral indigenista” coordinados en Guatemala por el Centro Nacional de Pastoral Indigenista (Cenapi) de México, los equipos pastorales de las diócesis guatemaltecas discutieron en torno a la aceptación, o comprensión, que los indígenas tenían del cristianismo y su percepción sobre la Iglesia católica. Diagnosticaron también las interacciones y tensiones que existían entre la religiosidad tradicional indígena y el catolicismo. De esta forma, la experiencia indígena del cristianismo y las relaciones de las poblaciones indígenas con la Iglesia constituían un componente medular de lo que se identificó como la “problemática indígena”. Con distintos niveles de profundidad la opresión socioeconómica y política fue también incluida como parte de esta problemática.
El debate desarrollado entre equipos pastorales muestra que en este proceso de reflexión y discusión estaba en juego una recreación de la identidad indígena desde la perspectiva católica. A la vez que se proponía descubrir y recuperar los valores propios de las culturas que podían ser identificables con el mensaje cristiano, se planteaba depurar las características de las culturas indígenas que desde un punto de vista católico se consideraban “negativas”. Se configuraba así la imagen de un indígena que necesitaba ser valorado al mismo tiempo que depurado y reorientado. Evangelizar se convertía en el equivalente de rehacer la conciencia indígena sobre la importancia de su propia identidad y posibilidad de “ser sujeto de su historia”.