sexualidad

Karen Molina/Creare/

La sexualidad forma parte de nuestro comportamiento, es un elemento más de nuestra libertad.

 | Michel Foucault

En nuestra sociedad existen muchos prejuicios en torno a la sexualidad de las y los jóvenes; seguramente a muchos/as de nosotros/as alguna vez nos dijeron “de eso no se habla”, “tocar tu cuerpo es algo sucio”, “el sexo es solo para reproducirse”, “las relaciones sexuales son únicamente entre un hombre y una mujer, y claro, para después del matrimonio”.

Muchos/as crecimos con poco o ningún acceso a información clara y científica sobre sexualidad, y comprobando después con nuestros propios ojos y nuestra propia experiencia que la realidad es bastante diferente a lo que nos contaron. Lo cierto es que muchos/as jóvenes iniciamos nuestra vida sexual activa antes del matrimonio (y algunos/as no pensamos en casarnos), no todos/as somos heterosexuales, y muchas veces la falta de información ha traído consecuencias a nuestras vidas, como los embarazos no deseados, las ITS, el VIH/Sida y la violencia sexual.

Guatemala es un país con un alto crecimiento poblacional, en donde la mayoría de esa población somos mujeres y hombres jóvenes. Algunos datos muestran que las juventudes guatemaltecas conformamos el 33 por ciento de la población total, lo que nos refleja  una Guatemala joven.

Según la primera Encuesta Nacional de Juventud en Guatemala (ENJUVE), el 44.7 por ciento de la juventud guatemalteca es sexualmente activa y el 67 por ciento de jóvenes que han tenido relaciones sexuales han terminado en embarazos no deseados. Esta encuesta también muestra que el 65 por ciento de las mujeres no usó métodos anticonceptivos en su primera relación sexual, y el 55 por ciento tampoco utilizó ningún método anticonceptivo en su última relación sexual, por lo tanto el aumento de probabilidades de un embarazo es mucho más alto, sea este deseado o no deseado.

La sexualidad se refiere a una expresión biopsicosocial de los seres humanos que tiene que ver con la manera en que vemos y vivimos el mundo; es una parte central de las mujeres y de los hombres, que abarca el sexo, el cuerpo, el autocuidado, el sentirse mujer u hombre, el sentirse femenino o masculino, el erotismo, el placer sexual, la intimidad, el amor, los afectos, la reproducción y con quién preferimos tener relaciones sexuales; todo lo cual se expresa en creencias, actitudes, actividades, prácticas, pensamientos, fantasías y deseos.

En esencia, la sexualidad incluye cinco elementos principales: El físico o biológico, el género, el de la salud sexual y reproductiva, el erótico y el afectivo.

El elemento físico o biológico se relaciona básicamente con las diferencias anatómicas existentes entre mujeres y hombres, así como las funciones reproductivas que se derivan de ellas. El género se refiere a la construcción social que se hace de lo que “deben ser” mujeres y hombres, y a partir del cual se establecen no solo las diferencias sino también las desigualdades entre los sexos. El conocimiento y autocuidado de nuestro cuerpo es fundamental cuando hablamos de la salud sexual y reproductiva (los chequeos médicos, la utilización de métodos de barrera para evitar infecciones de transmisión sexual –ITS-, VIH, y la utilización de la anticoncepción de emergencia para evitar un embarazo no deseado) a fin de contar con un bienestar físico, mental y social en todos los aspectos relacionados con la vida erótico-sexual, erótico-afectiva y con la vida reproductiva. El erótico se refiere a la manera de experimentar el placer, descubrir qué nos gusta y con qué cosas gozamos; existen diversas prácticas a través de las cuales podemos experimentar placer: besos, caricias, sexo coital, sexo oral, sexo anal, auto erotismo. Y el afectivo que se relaciona con todos aquellos vínculos emocionales a través de los cuales nos relacionamos con los/las demás en diferentes planos de la vida familiar,  laboral, de pareja y de amistad.[1]

Como vemos, la sexualidad es bastante amplia  y es imposible pensar que su única función es la reproductiva, porque eso significa dejar de lado la capacidad de los seres humanos de recibir y proporcionar placer; tampoco podemos pensar en la heterosexualidad como único modelo de vida, cuando sabemos que los/las seres humanos/as somos diversos/as y tenemos muchas maneras de expresarnos; además, para muchos/as el matrimonio y los hijos/as  no son el único objetivo de nuestra vida o simplemente no son nuestro objetivo; entre otros aspectos que hacen de la sexualidad un conjunto enorme de ideas, creencias, pensamientos, sentimientos, actitudes, identidades, deseos, fantasías y acciones.

Es oportuno recordar que los seres humanos somos seres sexuados desde que nacemos, por lo que las manifestaciones de nuestra sexualidad son cotidianas y abarcan toda nuestra vida. Todas las personas tenemos la posibilidad de ejercer plenamente nuestros derechos sexuales y derechos reproductivos; y debemos asumir la responsabilidad que este ejercicio conlleva.

Las juventudes tenemos derecho a decidir libremente sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad; a ejercer y disfrutar plenamente de ella; a manifestar públicamente nuestros afectos; a decidir con quién compartir nuestra vida y nuestra sexualidad; al respeto de nuestra intimidad y vida privada; a vivir libre de violencia sexual; a la libertad reproductiva; a la igualdad de oportunidades y a la equidad; a vivir libre de toda discriminación; a la información completa, científica y laica sobre sexualidad; a la educación sexual; a los servicios de salud sexual y salud reproductiva; y a la participación en la políticas públicas sobre sexualidad.

Todos ellos son importantes en el ejercicio de la sexualidad para la construcción de una vida plena. Conozcamos nuestros derechos sexuales y derechos reproductivos, ejerzámoslos y disfrutemos de nuestras decisiones.

 

 


[1] RedLac, Red Latinoamericana y del Caribe por los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos

Compartir