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Javier Rubio/ Opinión/

Al hablar sobre violencia, la primera imagen que se viene a la mente de muchas personas es la típica de una persona golpeada, con el ojo morado o una marca en el rostro, significando que ha recibido un golpe. Sin embargo, la violencia va más allá que la simple agresión física; existe otro tipo de violencia que se manifiesta en la vida de las personas y es la denominada violencia invisible, aquella que se manifiesta día a día con simples palabras, con canciones o medios similares, y que a pesar de no dejar signos físicos resulta evidente el efecto que causa en las personas.

El Estado también ejerce violencia invisible sobre las personas, especialmente cuando “omite” cumplir con sus funciones básicas a favor de sus habitantes, siendo uno de ellos la violencia que ejerce sobre las relaciones entre personas del mismo género.  Encuentro tres puntos básicos para la discusión:

1) EL NO RECONOCIMIENTO LEGAL DE LAS RELACIONES ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO:

El Estado no puede regular con qué personas es o no factible iniciar una relación sentimental, pero sí debe establecer bases para asegurar la pacífica existencia de dichas relaciones. Al no reconocer de manera legal las relaciones entre personas del mismo sexo, el Estado ejerce violencia sobre las personas que encuadran en este tipo de relaciones pues las hace estar en una especie de limbo jurídico, poseen una carencia absoluta de seguridad jurídica sobre su tipo de relación sentimental.

2) EL NO RECONOCIMIENTO DE DERECHOS HEREDITARIOS:

Consecuencia lógica del no  reconocimiento legal de las relaciones entre personas del mismo sexo, es el no reconocimiento de derechos hereditarios.  Esto, naturalmente se da por medio de la figura del testamento, en la cual cualquier persona dispone de sus bienes a favor de quien mejor crea conveniente, pero en un país en el cual regresar cada noche a la casa es un verdadero logro y en el cual no se “vive” y más bien se “sobrevive”, nadie está exento de morir sin otorgar testamento.  En estos casos, la ley llama al cónyuge y a los hijos pero al no haber reconocimiento legal de las relaciones entre personas del mismo sexo, no existe la figura del cónyuge, consecuencia lógica, el Estado ejerce violencia invisible bajo la siguiente premisa: “he allí su compañero de vida, al cual a pesar de acompañar y apoyar durante muchos años, no le da derecho a nada”.

3) LA NO POSIBILIDAD DE ADOPCIÓN DE PAREJAS DEL MISMO SEXO:

Este es sin duda el tema más complicado de debatir hoy en día.  Países como España no tuvieron mayor problema en cuanto a la legalización de las relaciones entre personas del mismo sexo y por consiguiente el reconocimiento de los derechos hereditarios, pero el tema de la adopción es un tema por demás controversial aun en un país como España.  Lejos de cualquier prejuicio que se tenga, considero que aún hace falta de más tiempo para discutir sobre todos los alcances de este tema. Muchas personas aun consideran que la mejor forma de criar a un niño es en una pareja heterosexual aun cuando las peleas y muestras de violencia sean mayores en estas parejas que en una del mismo sexo; por otro lado, aun hacen falta estudios más profundos sobre los beneficios de que un niño sea adoptado por una pareja del mismo sexo.  Con ello, lo que se quiere resaltar es que si una vez el Estado reconoce validez legal a las relaciones entre parejas del mismo sexo y les ha reconocido derechos hereditarios, el negar el derecho de adoptar a un niño también representa una forma de violencia invisible.

Los tres puntos anteriormente expuestos son los puntos básicos sobre los cuales el Estado ejerce violencia invisible ante las personas con preferencias sexuales no heterosexuales. Naturalmente en el presente aporte únicamente se tocaron dichos puntos de manera superficial por cuestiones de espacio, sin embargo considero que es momento de iniciar un debate más a profundidad sobre la posible solución a esta forma de violencia ejercida por el Estado.  Muchas veces se evita tocar este tema por el miedo al que dirán o a las repercusiones en la imagen que esto puede tener, sin embargo debemos recordar que antes que cualquier cosa somos humanos y por lo tanto somos iguales en dignidad y derechos, y  por lo tanto no debe avergonzarnos defender los derechos de las demás personas e involucrarnos en el proceso de cambio.

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