Laysa Palomo /
Hace varias semanas comenzó la controversia sobre la noticia que la empresa Google mostrara por primera vez al público el prototipo de sus gafas “inteligentes” o Google Glass Explorer Edition.
Probablemente sonará muy futurista esto de usar lentes inteligentes, pero Google, una empresa que va un paso adelante en la tecnología, planea hacer esto posible. Las gafas cuentan con una cámara integrada y una pantalla pequeña por encima de la línea de visión derecha en donde se proyectarán diferentes contenidos, micrófono y altavoz. Se puede conectar a internet y funciona gracias al sistema operativo Android. El prototipo se presenta como un marco de titanio un tanto “robótico”, pero Google está trabajando con distintos fabricantes de gafas para diseñar modelos estéticamente más llamativos. Su precio de venta es de US$1,500.00 y aunque se podrán realizar pedidos en breve, Google espera la opinión de técnicos especializados para mejorar su producto y lanzarlo al mercado oficialmente.
Google planea lanzar 10 millones de estas gafas en los próximo cuatro años.
Ahora bien, el problema aquí no es si el diseño se verá bien o si el color combinará con la ropa de sus clientes, sino la forma en que estos lentes puedan afectar la privacidad de la población mundial. Google organizó la semana pasada cuatro debates donde expusieron los grandes atractivos del producto; sin embargo, muchos critican que no fue presentado el cómo y el dónde utilizarlo. Las gafas pueden ser usadas para tomar video y fotografías con el simple hecho de guiñar un ojo. Podríamos estar en algún partido de fútbol, entrar con éstas, grabar el gol y compartirlo inmediatamente en las redes sociales. ¿Se escucha increíble no? ¿Pero se imaginan estar en un baño público o en algún momento íntimo y que alguna persona a nuestro alrededor tenga las gafas puestas? Muchos establecimientos ya están prohibiendo la entrada a usuarios con estos lentes pues nadie estaría inmune a que su privacidad fuera violada por terceros sin si quiera tener una idea de lo que ocurre.
Probablemnete es normal sentirse así, pues al ser un nuevo aparato tecnológico, nos abre una puerta en la cual poco a poco nos adentraremos hasta lograr utilizar estos lentes en nuestra rutina diaria, como lo hacemos con un celular. Quizá el mundo necesita de este tipo de productos para poder generar cambios en las culturas y poder reforzar aspectos como la seguridad y el orden. Pero sin importar qué tipo de aceptación tengan, no cabe duda que son artefactos que vienen a revolucionar nuestra vida y somos nosotros mismos quienes decidimos utilizarlo de manera positiva o negativa.