11111

Iván Cobos/ Agrupación TOGA/ Opinión/

Hace una par de semanas, varios matutinos de nuestra eterna primavera dieron una revuelta hacia varios acontecimientos nacionales que (claro nunca faltan las noticias amarillas que inundan página a página sin hallar el tapón que destapa el desagüe) llamaban poderosamente la atención, algo que no se veía desde que acabaron los tiempos de dictadura.

Aquellos tiempos en donde reinaba la “seguridad”, la época en su mejor auge para temas afines/ los deberes del Estado, pero en la que las personas siempre estaban con la cautela de no dirigirse hacia los funcionarios públicos de forma crítica, ya que a la vuelta de la esquina radio patrullas y motonetas esperaban para llevarse a los juzgados e incluso fusilar a dichos sujetos. Para muestra, un botón: en tiempos de la revolución encontramos a un Oliverio Castañeda, quien fue abatido en lo que hoy se conoce como el pasaje rubio en la 6ta avenida zona 1; cuya historia ya sabemos.

Tenemos a un José Rubén Zamora, actual director del matutino elPeriódico, que como su trabajo es llevar a cada uno de los ciudadanos la verdad y nada más que la verdad; también tenemos en el mismo hilo, a un binomio presidencial que giró sus funciones y se enfocó más en acallar las críticas que el mismo periodista publicó en el artículo titulado “Un cuento de hadas sin final feliz”, el 8 de abril del 2013. Estas dirigidas hacia la señora Vicepresidente, y de ahí el porqué de la demanda de Otto Pérez Molina, emitiéndole arraigo y acusándolo de desacato.

No obstante cabe resaltar que como país soberano, LIBRE e independiente, tenemos el derecho a la libre expresión. Citando y usando fundamento constitucional en nuestra carta magna que, como dice Hans Kelsen en su pirámide invertida: Coloca a la constitución en su base siendo esta la de mayor jerarquía seguidas las leyes ordinarias, las reglamentarias y de último las normas individualizadas, a sabiendas que si estas últimas pretenden o contradigan la constitución, automáticamente será expulsado del ordenamiento jurídico. Dicho esto, en el artículo 35 de nuestra carta magna (la de mayor jerarquía) establece una libertad de emisión del pensamiento, “sin censura ni licencia previa”. En su segundo párrafo menciona que no constituye delito o falta, las publicaciones que contengan denuncias, CRÍTICAS o imputaciones contra FUNCIONARIOS o empleados públicos.

Claro está que los mismos funcionarios y empleados públicos podrán exigir en un tribunal que dicha crítica que les afecta se basa en “hechos inexactos”; dicho esto las publicaciones de Zamora no son “hechos inexactos”, únicamente su labor periodística de decir la verdad; por oprimir la libre emisión del pensamiento y ligarlo por delitos que ya han sido derogados caso es el de desacato en el 2006, que se encontraban en los artículos 411, 412 y 413 del código penal.

Como dijo Pedro Trujillo en una de sus columnas “…el político también puede ver al periodista como un poder en competencia y normalmente no gusta de las evidencias que presenta de su labor, ignorando opiniones, reproches y comentarios o intentando silenciar a quienes constatan corrupción, malas prácticas o ineficiente gestión…”

Somos ciudadanos en contra de toda corrupción, buscando esa transparencia como el mismo señor presidente llamó a su segundo año de gobierno. Pero es momento de no quedarnos de brazos cruzados y esperar a que se cumplan las mismas “promesas”. Que año con año, nos maquillan los aspirantes a tener el poder del pueblo sin dejarnos el “quita esmaltes”, y poder vivir como una primavera. Es por ello que la libre expresión va de la mano con la democracia, pero esta debe ser llevada con límites y respeto.

¿O será que estos funcionarios se están ocultando tras la cortina negra, con miedo a que todo el pueblo que votó por ellos sepa en realidad cómo son? Somos el único país de Latinoamérica donde un binomio presidencial acusa a un periodista, claro a fin de acallar la voz que tiene todo el derecho de expresarse en una “democracia”, si es que así se le puede llamar a nuestro sistema que cada vez está más corrompido, los pesos y contrapesos sucumben.

“La emotividad se impone a la racionalidad y no avanzamos mucho ni en la dirección correcta” Pedro Trujillo.

Imagen: http://www.revistayucatan.com/v1/wp-content/uploads/2010/06/libertad-de-expresion.jpg

Compartir