Carlos Muñóz / Brújula
El 15 de abril se realizará la consulta popular para resolver el diferendo territorial con Belice. Quizás han escuchado frases como “Belice es nuestro”, “los ingleses nos robaron Belice” o “esta es la oportunidad para recuperar el territorio beliceño”. Mensajes esperanzadores que quizás no reflejan la realidad de lo que vamos a votar este domingo. Por eso aquí les dejamos ciertas aclaraciones de lo que no vamos a lograr con esta consulta popular y por qué, pese a todo, vale la pena ir a votar.
No se va a recuperar Belice.
Belice fue territorio de Guatemala, pero ya no lo es. En 1981, Inglaterra reconoció de forma unilateral la independencia de su antigua colonia, la cual fue reconocida por la mayoría de los miembros de Naciones Unidas. Guatemala, en ese momento, no la reconoció, pero sí lo hizo en 1991 reconociendo el derecho del pueblo beliceño a su autodeterminación, pero no el territorio. En otras palabras, Guatemala reconoció al gobierno beliceño, renunció a cualquier influencia directa sobre su población y eso es irreversible. Belice existe y los beliceños no son y no serán guatemaltecos. Lo único que se puede discutir es el territorio insular, marítimo y terrestre.
2. No se va a resolver el problema ya.
El 15 de abril, si los guatemaltecos votan a favor, se estará aprobando que sea la Corte Internacional de Justicia (CIJ), la que resuelva el diferendo territorial con Belice. Esta es la única corte que puede resolver las diferencias territoriales entre países y el proceso es similar a cualquier juicio. La diferencia es que en lugar de ser individuo o entidades las que presentan sus argumentos y defensas, son los países quienes buscan demostrar que ellos son dueños del territorio que reclaman. Y los procesos son largos. El de Perú y Chile, por ejemplo, duró 6 años; mientras que el de Nicaragua y Colombia duró 11 años.
Dentro del acuerdo que firmaron Guatemala y Belice para someter el reclamo a la CIJ, se establece que habrán dos etapas: una de presentación de “alegatos” escritos y otra de audiencias orales. Guatemala tiene un año para presentar sus argumentos por escrito, luego Belice tiene un año para presentar contra argumentos; y por último, cada uno tiene 6 meses para presentar sus réplicas. Hasta ahí, son solo 3 años. Sin embargo, la corte permite presentar argumentos adicionales y la prolongar las fechas. Además, se tarda por lo menos un año en emitir la sentencia, por lo que de aprobarse la intervención de la CIJ, el diferendo tomará varios años en resolverse.
3. No se está peleando por todo el territorio Beliceño.
Recuperar todo el territorio beliceño es imposible. Las primeras concesiones del territorio fueron aceptadas por ambas partes. El reclamo se centra en la última concesión, que se realizó mediante el tratado Aycinena-Wyke, que otorgaba el territorio que abarca del Río Sibún, al Río Sarstún a cambio de una carretera; y posteriormente, del dinero para realizarla, pero esto nunca se cumplió. Dicho territorio abarca un poco más de 12 000 km². Es decir, más de la mitad del territorio beliceño.
Pero más allá del área terrestre, también se reclama el área insular y marítima. Según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, los países tienen derecho al área marítima contigua a sus costas. En el caso de Belice, su área marítima contigua al territorio reclamado abarca más de 110 islas, islotes y cayos; y sobre todo, abarca la salida de Guatemala al océano Atlántico. Este territorio insular y marítimo también forma parte del reclamo que hace el Estado guatemalteco, sobre todo por el interés comercial de tener una salida al mar.

Entonces, ¿Para qué sirve votar “Sí”?
Luego de que Guatemala y Belice no lograran acuerdos en relación al territorio, llevar el diferendo territorial a la Corte Internacional de Justicia es la única solución pacífica que queda para resolver el problema. Este es un problema que el Estado guatemalteco viene acarreando desde su independencia (1821) y que ha dificultado las relaciones diplomáticas entre ambos países. Además, la falta de certeza de la delimitación fronteriza entre ambos países ha generado conflictos en la zona de adyacencia.
La zona de adyacencia es esa “línea imaginaria” que se ha trazado entre Guatemala y Belice. Las poblaciones contiguas a esta zona viven en condiciones de pobreza, con un Estado inexistente y siendo foco de conflicto. Pese a que muchos guatemaltecos se trasladan a trabajar al territorio beliceño y viceversa, según el Estado guatemalteco desde 1999 han muerto 10 guatemaltecos a manos de soldados beliceños, los cuales patrullan y protegen los bosques de su territorio. La falta de delimitación física de dónde se encuentra la frontera entre ambos países ha provocado que campesinos guatemaltecos se encuentren en áreas protegidas beliceñas sin estar conscientes de eso.
Además, no votar o votar en contra, no resolvería nada. Esto debido a que ambos países han acordado, por medio de un protocolo en 2015, que en caso de que uno de los dos países (Guatemala o Belice) vote “No”, se buscará el mecanismo legal para llegar a la Corte. Este mecanismo legal es prácticamente repetir la consulta hasta que gane el “Sí”. En otras palabras, mayor gasto de tiempo y dinero.