Se acaba el 2018, lo que muchos ven como capítulos, páginas u otras metáforas para representar un año más de sus vidas. Es normal que al terminar cada año reflexionemos acerca de todo lo vivido durante los últimos 12 meses. Siempre queremos cuestionarnos si seguimos en el mismo lugar que en el que estábamos 365 días atrás. Como personas y como sociedad también debemos ver atrás hacia todo lo que hicimos, lo bueno y lo malo que nos pasó y de lo que nos arrepentimos o volveríamos a hacer de este año. Así resumiendo el pasado y abriéndonos a un futuro que sin darnos cuenta ya lo tenemos enfrente.

A nivel global seguiremos viendo las negociaciones que llevan los británicos con la Unión Europea por el Brexit, algo que parece no llevar a ningún acuerdo mientras cobra fuerza la propuesta de un nuevo referendo. Los movimientos de ultraderecha seguirán apareciendo en los países desarrollados así como sus contrapartes antifascistas, es de esperarse los choques entre ambos. Nuestros vecinos mexicanos vivirán su primer año con AMLO, un presidente que desde sus primeros días en el poder quiere distanciarse del pasado político mexicano desde su discurso hasta abrir las puertas de Chapultepec y Los Pinos. Sin dejar a un lado a EEUU, Trump se enfrentará por primera vez a un Congreso demócrata que se opondrá a sus políticas y buscará candidatos para las elecciones de 2020. Muchas más historias vivirán nuevos capítulos en 2019, unas para iniciar con nuevas tramas, otras para enredarse y otras acabarán.

En Guatemala en este 2019 nos enfrentamos a un nuevo año electoral. Por ahora solo se han presentado renovaciones en los logos de los partidos, pero se mantiene la misma tradición política. Hasta el momento, se ven las mismas caras bajo nuevos slogans, apellidos que ya conocemos y discursos que en gran parte, ya sabemos de memoria. Aparecen candidatos buscando revancha de elecciones pasadas, otros que ya están acostumbrados a aparecer cada cuatro años y un par que ante el vacío de sus patriarcas deben tomar el liderazgo de sus clanes familiares. Con las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) habrán cambios sustanciales en cómo funcionará nuestro sistema electoral, pero eso no evita que sigamos viendo esas caras conocidas en cada anuncio que se nos atraviese.

Los eventos que conmocionaron en el 2018 reaparecerán en los discursos de muchos candidatos el próximo año. La permanencia de la CICIG o su renovación será parte de las principales promesas de quienes aspiren al poder, ya sea que estén a favor o en contra, algo que no es secreto para nadie. El argumento de la protección de la familia bajo el velo que la religión siempre impone en la población, especialmente en una tan religiosa como la guatemalteca. La protección de la soberanía será exaltada ante amenazas invisibles y enemigos fantasmas. Propuestas alejadas al problema del guatemalteco común que solamente quiere saber cómo llevar pan a la mesa.

Las próximas elecciones definirán cómo hemos cambiado desde el cada vez más lejano 2015. Lo cercano de aquellas elecciones a los movimientos sociales no permitió que pudiéramos acompañar todo el proceso desde su inicio, sino que ante el furor que aún existía contra el Partido Patriota, hizo que nos concentráramos principalmente en quitar al binomio presidencial del poder. El momento de ver el resultado de las reformas, pero sobre todo, la evolución en el votante al momento de elegir a sus representantes. Los partidos se presentarán ante un electorado distinto al de elecciones anteriores, por el momento no todos los candidatos parecen darse cuenta de ello.

Este 2019 se presenta igual o más tumultuoso que el 2018. No nos perdamos mucho tiempo en la reflexión o podemos dejar de ver lo que se aproxima. Preparémonos para lo que sabemos que se viene y también para lo que no sabemos a nivel personal y como sociedad. El mundo y Guatemala tienen que prepararse para los inciertos eventos que se avecinan, a pesar de todo, son tiempos interesantes para vivir. Llego el momento de hacer realidad las reflexiones del pasado.

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