Lenina García / Opinión /

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“Para el capitalismo no somos seres humanos, sino consumidores. Para el capitalismo no existe la Madre Tierra sino las materias primas. El capitalismo es la fuente de las asimetrías y desequilibrios del mundo. Genera lujo, ostentación y derroche para unos pocos mientras millones mueren de hambre en el mundo. En manos del capitalismo todo se convierte en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la justicia, la ética, la muerte…”

-Evo Morales, Presidente de Bolivia.

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No vivimos en una guerra declarada, pero el sistema capitalista todos los días nos bombardea para que seamos consumidores. Y más aún en tiempos de “Navidad”. La publicidad, incita al ¡Compre! ¡Compre! los centros comerciales son un rito al consumismo y la cosificación. Se instalan pistas de patinaje, se inauguran nuevos centros comerciales, la gasolina cuesta cada vez menos y así el sistema capitalista va convirtiendo en un código de barras todo lo que gira a su alrededor.

En un mundo donde el “tener” es más importante que el “ser”, es necesario regresar a nuestra esencia, a los pilares que nos unen con la tierra, quien es realmente la que provee del sustento para vivir, a toda la humanidad. En Latinoamérica y países como Guatemala, contamos con la experiencia de modelos de vida de muchas comunidades indígenas, que han demostrado que existen otras formas de vida que son armónicas con la Madre Tierra.

Me refiero al buen vivir, llamado también como el Sumak Kawsay en su expresión quechua. Es una cosmovisión ancestral de vida, que plantea un equilibrio entre el ser humano y la Madre Tierra. Los modelos occidentales de vida han dividido al ser humano como un ente y a la naturaleza como otro, mientras que desde el buen vivir, somos Pachamama, somos vida, somos naturaleza.

El buen vivir es un aporte significativo para Latinoamérica, porque se origina desde los pueblos indígenas, quienes durante cientos de años han estado sometidos a la explotación, discriminación y al silencio de su historia.

La sabiduría ancestral que se reúne en esta filosofía de vida es un esfuerzo por salvar la humanidad, pero sobre todo a nuestro hogar: La madre tierra.

A manera de obsequio de fin de año y con el espíritu de iniciar con las mejores energías un nuevo ciclo 2016, comparto con ustedes algunos principios de este modelo de vida, con la esperanza que podamos ir desaprendiendo este modelo capitalista que se nos ha impuesto y empecemos a atesorar la riqueza de la sabiduría ancestral, que es un acto de amor hacia la Madre Tierra. Cito a varios autores que desde su sentir, nos comparten qué es el buen vivir.

Según Leonardo Boff. Río de Janeiro, Brasil:

  • El buen vivir supone una visión holística e integradora del ser humano, inmerso en la gran comunidad terrenal, que incluye además al ser humano, el aire, el agua, los suelos, las montañas, los árboles y los animales; es estar en profunda comunión con la Pachamama (tierra) y las energías del Universo.
  • El buen vivir nos convida a no consumir más de lo que el ecosistema puede soportar, a evitar la producción de residuos que no podemos absorber con seguridad y nos incita a reutilizar y reciclar todo lo que hemos usado. Será un consumo reciclable y frugal, entonces no habrá escasez.

Según Pablo Suess, de Sao Paulo, Brasil:

  • El buen vivir plantea la redistribución de los bienes de acuerdo con las potencialidades del planeta tierra, el reconocimiento del otro en el horizonte de una armonía universal y la participación democrática de todos, sin privilegios de clase.

Según Margot Bremer. Asunción, Paraguay:

  • Los principios del Sumak Kawsay son: reciprocidad, solidaridad, igualdad, el respeto mutuo a la diversidad. Los pueblos andinos afirman que el buen vivir es el sueño para todos los humanos, no solo para los indígenas.

Juan Jacobo Tancara, escritor Aymara: 

  • Desde el buen vivir se promueve la vida en “comunidad”, ya que ésta no fomenta una acumulación y consumo desenfrenado, sino lo necesario para vivir dignamente. El ser humano, la comunidad, son partes de algo más vasto, parte de un circuito natural de vida, por lo que una acción que destruya la tierra, es un suicidio.
  • El ser humano ha perdido el respeto a la Madre Tierra, lo que significa también, que se ha perdido el respeto a sí mismo. El trato que damos a la tierra refleja el trato que nos damos a nosotros mismos.

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“El Buen Vivir es devolvernos el equilibrio y la armonía, comprender que hay ciclos de la Madre Tierra. Por lo tanto hay que sembrar y cosechar en su época y no en otras épocas. Salir del monocultivo que ha destrozado nuestra vida y la fertilidad de la Madre Tierra. Salir del “monocultivo mental” que no nos permite ver tanta diversidad de la vida”.

-Fernando Huanacuni.

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