Alexandra Dominguez / Opinión /
Espero que todos conozcan el famoso juego Bancopoly -la versión guatemalteca del Monopoly- en algún momento de su niñez o juventud. Un tablero dividido en casillas que representan los 22 departamentos del país de Guatemala junto con algunas de sus empresas de servicios y transportes.
El objetivo del juego es convertirse en el jugador con más propiedades, más dinero y más poder. Si conseguíamos tener las tres propiedades del mismo color (para hacerlas tener más valor) eras una amenaza para los demás jugadores. Muchos hemos jugado al Bancoply soñando que somos ricos y que destruimos a nuestra competencia. Recuerdo que algunas veces, para ganar, se debían hacer negocios con otros jugadores, se analizaban y visualizaban las probabilidades de ganar. Pero lo cierto es que el juego convierte al jugador más humilde en ambicioso, avaro e insaciable por ser propietario, si se puede, de todos los departamentos y servicios de Guatemala.
Aunque sea llamado sólo un pasatiempo, no es una distorsión de la realidad. Parece ser que estamos jugando al BancoPoly con la Familia Paz Baldetti y otros más como los Baldizón.
En cambio, a nosotros, los ciudadanos, nos tocó la ficha con la peor suerte. Sólo pasamos a pagar en cualquier casilla que se interponga al tirar los dados, buscando nuestra suerte y depositando nuestro destino en este juego de azar.
Los precios de las propiedades son relativos al dinero que se proporciona al principio del juego. Las propiedades oscilan entre Q.50.00 a Q.350.00 y para comprarlas se requiere del Banco para la transacción. ¿Nos imaginamos en un mundo paralelo donde las propiedades cuesten eso? Esperen… ¿En realidad cuestan eso no? Si no que nos lo diga Mariano Paz, Esposo de la Ex-Vicepresidenta Roxana Baldetti, quien poseía ocho fincas que juntas tienen una extensión de 114mil 467.60metros cuadrados -unas 16 manzanas aproximadamente-, las cuales fueron adquiridas por la cantidad de Q.100, Q.150, Q400, etc. Todas las fincas las adquirió por menos de Q.3000. A decir verdad pensé que esto solo era posible en el juego de mesa, no en la vida real.
Hablando por todos los trabajadores que pagan sus impuestos, que madrugan porque saben que sin trabajo no hay pan. Que poseen la bendición de Dios por ser hombres que dejan el ocio y que trabajan por sus logros, por todos aquellos que todos los días luchan por sus deseos sin hacer trampa y hacerse dueños de sus propios sueños, no nos queda más, que esperar justicia.
La vida no es un juego, sin embargo existen estas personas que la ven de esta manera, adueñándose de todo lo que pueden, tirando los dados teniendo segura su suerte. Lo peor de esto es que es a costa del más pobre. Todos estos caerán. Si no es por la ley, será por la divina ley.
¡Guatemala NO es su Bancopoly, mucho menos un juego! Ven a la gente morir, carecer de una vivienda que le proporcione calor, se ríen detrás de nuestras costillas, de nuestro cuerpo desnutrido y esquelético. Nos ven llorar por un familiar que han secuestrado y asesinado por la violencia que su corrupción provoca. ¿No ven que su ambición destruye nuestro país? ¿Acaso la corrupción los ciega y los vuelve insensibles e inhumanos?, ¿Acaso también debemos callar cuando ustedes disfrutan del sol, queriendo comprarlo? Solo falta que si alguna vez tuvieron la idea descabellada que la lluvia, el calor, la alegría, la risa de los niños, los colores están en venta. Estos ¡no se venden y Guatemala no está en venta!
Las reglas del juego antes de empezar están en un papel. Todo está escrito. Aunque a veces todo lo quieran hacer al revés. Me imagino que jugar Bancopoly con estas familias, digamos que, debe ser… un poquito interesante. Cómprense un BancoPoly, pero no jueguen con las pasiones de los guatemaltecos.
Para terminar, ¿Quién termina siendo el ganador del Bancopoly? Según el juego, es la persona que obtuvo tener más propiedades y dinero durante el final de la partida. Si bien es cierto, la suerte y la astucia acompañó al jugador durante todo el juego y logró ser ganador a su victoria.
En la vida, Los ganadores, queridos ciudadanos, no deben ser los que más posean, si no el más humano. Conciencia social, ayuda social, interés por un bienestar colectivo puro pese a todas las tentaciones que un cargo público delega; la comunidad es más importante que todo lo material. Actitudes que los políticos hoy en día olvidan. Como declara Emannuel Mounier: “Todo es político, aunque lo político no lo es todo”. Con el dinero es exactamente paralelo, todo es dinero, sin embargo el dinero no lo es todo.