Allan Ortiz/
A las puertas de un año político se empiezan a escuchar nombres de quienes podrían aspirar a candidaturas a cargos públicos. Mucho se ha hablado del cambio generacional, el cual pareciera ser un fenómeno inevitable, pues Guatemala es un país bastante joven. Sin embargo, la promesa del cambio guiado por una nueva generación de políticos y técnicos de la función pública, se ve opacada por los políticos y cómplices de la “derecha” dominante y la “izquierda” corrupta.
Existen entonces quienes se aferran al poder y bloquean, truncan y utilizan todos sus recursos y medios para garantizar de forma fraudulenta su continuidad como única opción viable a la participación política. Por otro lado, también hay quienes desde una visión patrimonial pre moderna del Estado, intentan sostener sus negocios inescrupulosos y cuotas de poder, a través de los llamados “Hijos de la vieja política” que son jóvenes fácilmente manipulables, o familiares y amigos que sin mucha experiencia y con poca formación persiguen de forma casi desesperada ocupar un cargo dentro del Estado.
Es entonces la oportunidad de la Guatemala emergente, conformada especialmente por jóvenes entre 18 a 29 años de edad de tomar el control de nuestra democracia y construir un sistema que premie a los mejores y permita a genuinos profesionales visionarios convertirse en quienes nos representen en las siguientes elecciones.
Existen ejemplos de jóvenes políticos exitosos, como la ahora candidata demócrata a senadora estatal en Nueva York, Julia Salazar, quien a sus 27 años de edad consiguió a través de años de trabajo comunitario, experiencia y formación, capitalizar el voto neoyorquino y resultar victoriosa en las primarias hace menos de un mes. Por otro lado, en Alemania está el caso de Konstantine Kuhle, quien a sus 29 años es el miembro del Bundestag alemán que mejor representa la renovación del Partido Liberal Alemán , que con nuevas ideas pero con la reafirmación de los valores liberales clásicos fundamentales, representa también a un grupo de la población ansiosa de un cambio.
Ambos ejemplos suceden dentro de estructuras políticas en donde la renovación y necesidad de liderazgos emergentes, propició un espacio de oportunidad para que una generación completa encontrara representación. Es entonces el momento de que nos convirtamos en una genuina generación de cambio, capaz de superar nuestras divisiones personales, ideológicas e históricas para lograr juntos vencer a la “vieja política” y sus “hijos” y conseguir construir una genuina nueva Guatemala.