Pablo De la Vega
Voluntariado

Alejandra estudia diseño y al igual que todos los estudiantes de la Landívar ella tiene que velar por la gran cantidad de trabajos que le dejan, los proyectos para la semana y los extenuantes parciales. Pero, además de todas estas actividades, ella gusta de compartir y pensar en los demás, por ello, los viernes en la tarde asiste a un centro escolar de la zona 3 para utilizar su tiempo libre ayudando a los niños de escasos recursos a realizar sus tareas.

Sergio, por su parte, estudia Economía y, junto con unos compañeros, en su segundo año de Universidad, está empezando una empresa que de seguro tendrá mucho éxito en el futuro. La organización en la mañana y los estudios por la tarde lo mantienen ocupado, pero esto no impide que siga disfrutando del fin de semana con sus amigos.

Alicia estudia Ingeniería, y no es raro verla quedarse hasta tarde en el Tec para terminar proyectos y estudiar con sus amigos. Sin embargo, ella es miembro de la Asociación de Becados Loyola y colabora en los distintos proyectos que se llevan a cabo en la U: conferencias, talleres, charlas informativas, rallys, exposiciones y un sin número de actividades más.

Ellos son tan sólo tres ejemplos de quiénes son los Loyolas hoy en día: estudiantes cargados del espíritu ignaciano de ser más cada día y lograr salir adelante. Ellos son líderes entre sus compañeros y destacan por el entusiasmo con que realizan todas sus actividades. Así, emprenden diferentes tareas en las cuales trascienden y dejan su huella entre los landivarianos.

Un Loyola, entonces, es aquel que siempre está a la vanguardia, aquel que emprende y va más allá, que lucha por alcanzar sus metas y, sin duda, las alcanza, rigiéndose siempre por el espíritu ignaciano y por los valores que practican los jesuitas. Esto no significa que el Loyola sea una persona dotada de poderes o alguien fuera de lo común. Simplemente es un estudiante que utiliza todos los dones y las cualidades que tiene explotándolas al máximo y compartiéndolas hacia los que más las necesitan para beneficiarlos y beneficiarse a él mismo.

Ahora la pregunta es ¿eres tu un Loyola? Si no es así, ¿Qué estás esperando para convertirte en uno?

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