machismo

Nicolás Martínez/ Opinión/

Este mes fue el día internacional de la mujer, y vino y fue como cualquier otro día festivo, al que realmente no se le pone mucha atención por la falta de regalos y expectativas. Un día más, que para muchos celebra poco más que una condición que no se puede ver como mérito por innata y que suena hasta como una especie de irracionalidad. Este mes fue el día de la caballerosidad forzada, de reconocer defectos que los hombres no tenemos porque, al fin y al cabo, como bien pensamos muchos en el fondo pero no podemos decir por esta censura moralista: ¿por qué todo este escándalo, si ya no hay machismo?

Ya es una cosa muy bien sabida, entre códigos morales bien difundidos en comunidades y sistemas de alta y media clase que “a la mujer se le respeta”, esto dista por mucho, ser real conciencia de género. Y si bien hay muchos con conciencia sobre lo que aún falta por hacer en cuanto al machismo, hay algo que está ocurriendo de forma insidiosa y subterránea con respecto a la idea de la equidad de género, los movimientos feministas actuales y tal vez, el feminismo en general en los estratos privilegiados; para quien ha seguido de cerca las malas respuestas a estos movimientos, se habrán dado cuenta de que el argumento ha cambiado en sobremanera en los últimos 30-20 años.

Poniéndolo de forma simple, todo parece rotar alrededor de una idea popular muy curiosa (siempre implícita, nunca concretada, pero siempre sembrando ignorancia), no tanto por su argumentación como por las implicaciones que tiene la forma en que se ha visto al machismo durante el último medio siglo: “¿por qué siguen habiendo movimientos machistas y demandas de respeto a las mujeres, cuando la era del machismo se acabó y ya todos somos iguales?”. Esto implica una curiosa generación de discriminación no tanto a la mujer, sino al feminismo, precisamente porque según muchos, la lucha ya terminó y no es tan necesario que se hable mucho del tema de inequidad de género; una generación de machistas, hombres y mujeres, por omisión.

Y como siempre, esto se refleja más que nada en aquello que nos meten al cerebro como “cucharita” colorida a la boca de un bebé: los medios de comunicación masivos.

Lidiando con medios de comunicación adentro y fuera de la carrera que curso, hay un argumento en particular con el que habría que lidiar, y a pesar de que solo es uno de muchos, me suena muy representativo. Personalmente, cada vez que alguien habla de representaciones ofensivas, explotativas o simplemente irrealistas de mujeres en los medios de comunicación, películas, televisión, ilustración, etcétera; y los efectos negativos que estas pueden causar a la sociedad; oigo y leo que mucha gente es rápida, sospechosamente rápida, de opinar que realmente este no es un problema muy grande, “porque los hombres también son representados de forma irreal”, refiriéndose a los músculos grandes, y el look de estrella de Hollywood en muchos de los mismos medios. Va la supuesta lógica de este argumento que, como los hombres no se enojan, por cada héroe masculino con un “six-pack” en una película de Hollywood o un videojuego, entonces las mujeres o más bien, las exageradas de las feministas, no tienen por qué enojarse cada vez que una mujer de busto grande aparece en ropa provocativa.

No hay ninguna forma, prácticamente, en la que pueda responder a tal argumento sin sonar pedante y engreído, así que voy a tener que aguantarme y sonar pedante y engreído.

Estoy de acuerdo en algo: es cierto que las imágenes corporales irrealistas de hombres están tan presentes en los medios, al igual que las de las mujeres. Es solo que no es un problema de la misma forma.

Hombres: hay algo que es cierto, quieran o no reconocer la conexión, y es que todo lo que ven, lo que absorben, lo que oyen, ya sean libros, historietas, películas, programas, música, videojuegos, publicidad o simplemente las opiniones de otras personas, nada de eso existe aisladamente: toda forma parte del contexto y la situación social que lo rodea.

El problema de un medio de comunicación promoviendo estándares estéticos grotescos y poco realistas de mujeres, es un problema porque esos estándares son usados HOY contra las mujeres todo el tiempo. Esto no es una opinión, ni es una fantasía creada por feministas desesperadas de atención, ni es algo que SOLÍA pasar, pero que no podría volver a pasar nunca, porque se ve cada vez más mujeres todos los días yendo a trabajar, en vez de quedarse en casa a cuidar bebés y hornear pies, eso prueba que los hombres y las mujeres son iguales ahora.

Es un hecho perfectamente demostrable que la sociedad moderna, aún demasiado a menudo, juzga el valor de las mujeres por su apariencia sobre su habilidad.

Todos los días aquí, en esta “Guatemala privilegiada”, mujeres perfectamente calificadas no consiguen trabajo y avance en sus carreras porque este o aquel “portero de oportunidades”, probablemente un hombre adulto, hubiera preferido a alguien que se pareciera más a Sofía Vergara para hacer su trabajo. Y aunque estoy consciente de que el sexismo anti-masculino en el área de trabajo existe, estoy consciente de que existen las cebras albinas. Los lectores hombres tendrán que admitir que las posibilidades de que no consigan un trabajo por no verse como DiCaprio es astronómicamente baja en comparación, a menos que el trabajo para el que están aplicando es ser Leonardo DiCaprio.

Sería muy bueno que todos nuestros problemas de inequidad social, hubieran sido resueltos en un pasado reciente y pudiéramos ver estos como una distracción menor desconectada de cualquier contexto mayor. Pero ese no es el mundo real que tenemos y hacer como que lo es, no nos acerca más a una solución. De todos modos, en segundo lugar, el argumento se cae de cara porque solo basta una mirada a la cultura popular actual de los medios, para darse cuenta de que los estándares de belleza para ambos géneros no son ni remotamente equitativos, en especial en medios de cultura pop cerrada, como los cómics y las películas de superhéroes, por nombrar un par.

Mirando por ejemplo solo a los videojuegos, y específicamente, a los personajes que representan, es cierto: hay muchos abdominales marcados y mentones definidos en el medio. Pero al mismo tiempo hay cientos de personajes, buenos y malos, que también son por ejemplo, gordos, bajitos, débiles y “nerdos”, un poco femeninos, obscenamente masculinos o asquerosamente feos. No para exagerar el argumento demasiado, pero el héroe más popular y querido de toda la historia de los videojuegos, es un tipo gordo, pequeño, peludo y poco atractivo, con un trabajo de obrero poco glamoroso.

Por otro lado, las mujeres en los videojuegos no están ni cerca de esa variedad físicamente. Los personajes femeninos, por ejemplo, tienden a ser no-humanoides (un cerebro malvado tirando rayos o algo así), y aparte de tipos de cuerpo no convencionalmente atractivo, realmente no hay mucha variedad. No digo que la sexualización en sí sea algo malo. Un personaje mujer con ropa reveladora no es malo. Que TODAS sean así, es estúpido. Es la objetivización lo que convierte la sexualización en un problema.

Por último (y este tal vez sea el argumento menos interesante), hay que ser muy conscientes de que los cuerpos musculosos en hombres en juegos y cómics, por mencionar algunos, no están ahí exactamente para atraer a audiencias femeninas. No para decir que no lo hacen, me imagino que más de una mujer encontrará a Thor atractivo, en especial después de todas esas películas. Pero él no fue hecho así para ellas, el fue hecho así, “para ti”, dignificando un hombre joven fanático de cómics, películas, videojuegos o lo que sea, para el que está dirigida esta pared de texto. Todos esos arquetipos, están basados en representaciones artísticas bastante viejas que existían mucho antes de que las mujeres fueran consideradas como una demografía de consumidores para este tipo de medios.

Dicho de otra forma, la armadura de Batman, el traje pegado de Superman, casi todos los personajes masculinos en Dragon Ball Z, no eran imágenes de fantasía sexual hechas para mujeres, esas eran imágenes de auto-identificación sexual para tí.

Es en actitudes que ignoran cómo funciona lo que vemos todos los días, en las que se evidencia que aún es necesaria la lucha para la equidad de género. Es en el comportamiento de los jóvenes que elogian a un hombre por acostarse con muchas mujeres y a una mujer “puta”, por hacer lo mismo con hombres, mujeres que se dicen “perras” unas a las otras, aunque sea en broma. Es como se comportan jóvenes, hombres y mujeres, para con su propia historia, lo que define que la lucha sigue, porque estamos olvidando lo que ganamos por el camino, pero eso no es un problema: lo haríamos si hubiera que empezar desde el principio. Vale la pena un mundo donde todas y todos tengan una oportunidad, y esto es un proceso, siempre lo fue.

Feliz día de la mujer atrasado. Veamos a nuestro alrededor.

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