Lenina García/  Opinión

Primer paso: recuperar nuestra historia

Cuando llega el mes de junio es imposible no traer a mi memoria el legado de María Chinchilla. Digna maestra originaria de Jutiapa, quien durante la Dictadura del General Jorge Ubico, participó de las protestas estudiantiles junto a miles de trabajadores, para exigir el cumplimiento de sus garantías sociales. Y, en la protesta masiva del 25 de junio de 1944, fue vilmente asesinada por las fuerzas policiales y militares de Guatemala.

El Día del maestro y maestra, más allá de los regalos y las felicitaciones de pasillo, debe ser una fecha para reflexionar sobre el papel que ocupa el Magisterio en la vida política del país. Además de plantearnos cuáles son los desafíos  debe afrontar, para que la educación sea realmente una vía de emancipación de los pueblos.

Segundo paso: Analizar el presente. ¿Qué pasa con el Magisterio Nacional?

La Guatemala de 1944 con la de 2016 es completamente distinta. El intervencionismo extranjero de Estados Unidos, el Conflicto Armado Interno que dejó miles de muertos y desaparecidos, el auge de la globalización y el capitalismo voraz han cambiado las condiciones sociales y políticas del país y por ende, del Magisterio Nacional.

Llama la atención, las expresiones de la gente en redes sociales o en las carreteras de la ciudad, cuando los maestros y maestras salen a las calles a protestar y son tildados de “haraganes”. También, que se asocie a todo el magisterio con un solo líder sindical, como Joviel Acevedo, cuando en el país existen miles de maestros y maestras que desde sus comunidades realizan cambios significativos en la educación de nuestro país. Ese desprestigio del Magisterio es un síntoma de la crisis estructural que se vive en Guatemala, ante el debilitamiento del Estado y los servicios públicos. Los cuáles, además de ser cooptados por redes de corrupción y clientelismo, responden a un sistema capitalista.

Aunado a ello, se sitúa el fenómeno de mercantilización de la educación, el cual reproduce mano de obra barata para ser explotada. No es casualidad que la carrera magisterial haya desaparecido y que la mayoría de maestros en servicio tengan que trabajar doble o triple jornada para poder subsistir, ante la poca contratación de maestros en el sector público y las precarias condiciones laborales en el sector privado. Y para colmo, que la educación en nuestro país esté cada vez más privatizada, pese a que la Constitución Política de la República, manda que debe ser “pública y gratuita”.

Todo esto forma parte de un plan finamente orquestado por las élites de nuestro país, que intentan dar tiro de gracia a uno de los sectores que históricamente ha luchado de la mano con el pueblo. Y aún así los maestros y maestras deben cumplir con un currículo, planificar, evaluar, en fin ¿en qué momento el maestro puede organizarse y luchar? ¿cuándo la educación dejó de ser un proceso de  transformación social para convertirse en la acción mecánica de reproducir contenidos y llenar papeles?

Tercer paso: Construir el cambio ¡Maestros y maestras, a salir del letargo!

Para que el Magisterio recupere la fuerza que tuvo en épocas de la Revolución del 44, al punto de contribuir al derrocamiento de la dictadura ubiquista, es necesario salir del letargo en el cual se encuentra en la actualidad y para ello se hace necesario un llamado urgente a la organización.

Si estamos conscientes que existen agrupaciones ilegítimas que no representan al Magisterio Nacional, es importante crear fuerzas alternativas que propicien nuevas formas de hacer política. Un ejemplo de ello es el Sindicato Autónomo Magisterial Guatemalteco: SAMGUA,  formado en el año 2012 a raíz de la Eliminación de la Carrera Magisterial, con un grupo de Normalistas egresados y el “Comité de solidaridad” con el Profesor Edgar Ávalos, capturado injustamente por defender a estudiantes normalistas. Registrado legalmente en el Ministerio de Trabajo como Sindicato a finales del 2015, actualmente cuenta con un promedio de 10 mil maestros y maestras en trámite de ser inscritos.

En palabras de Héctor Herrera, vocero de SAMGUA, uno de los principales objetivos del sindicato es lograr que el maestro tenga conciencia de clase y que antes de luchar por sus derechos laborales, luche por la defensa del derecho a la educación. Héctor opina que uno de los errores del magisterio ha sido manifestarse únicamente para exigir aumentos salariales y que ha dejado por un lado la lucha popular, cuando su razón de ser es la comunidad educativa. Además, recalca la importancia que el maestro se capacite, que conozca de la legislación  educativa para que sea un defensor de los derechos humanos y de la educación pública. Estar organizados es importante, ya que en colectivo se pueden canalizar las demandas a las instancias que corresponden y así encontrar soluciones a las grandes problemáticas educativas del país.

Y es allí donde radica el sentido revolucionario del ser maestro. En la capacidad de servir a la comunidad, de transformar la vida de disintas generaciones.

Que este 25 de junio sea entonces un momento para repensar nuestra lucha como maestros y maestras y salir del letargo que este sistema nos ha impuesto, para ver, oír y callar ante los hechos que nos afectan como país.

¡A salir del letargo!

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