Como guatemaltecos podemos llegar a caracterizarnos por cómo exteriorizamos nuestras emociones. Tristeza, felicidad, molestia y demás, son fáciles de demostrar para nosotros aunque haya sentimientos aún más profundos que nos guardamos a nosotros. El cariño que tenemos por nuestro país se entremezcla con el rechazo que tenemos por quiénes se aprovechan de él. Las muestras de molestia hacia los responsables de saquear Guatemala, han logrado incluso unirnos más que cualquier otro sentimiento a nivel nacional. Es hora de aceptar que el enojo puede ser muy beneficioso para el desarrollo de nuestra sociedad al ser algo que se propaga mucho más rápido en los tiempos modernos y de lo cual se puede sacar aspectos positivos.

En 2015, Guatemala fue agitada en medio de un proceso electoral por los casos de corrupción en contra del binomio presidencial llevándolos a renunciar y después de varios años de proceso judicial a que la ex vicepresidenta fuera sentenciada aún con otros casos por resolverse. Así, muchos otros casos llevaron a que Guatemala se uniera en ese malestar de ver cómo millones de quetzales se desviaban para comprar fincas, casas, vehículos, viajes y demás lujos mientras vivíamos una de las mayores crisis hospitalarias de nuestra historia. En 2017 vimos como los diputados legislaban a favor de sí mismos y así permitían que asesinos, violadores y extorsionadores tuvieran la posibilidad de salir de la cárcel, también salimos unidos en molestia a exigir que quienes nos representan hagan justo eso, representarnos junto con nuestros intereses y no los propios.

La pasividad que también nos caracteriza ha permitido que históricamente sean otros quienes tomen las decisiones por nosotros. La comodidad que sentimos dejando a otros hacer las cosas debería de ser uno de los primeros defectos a cambiar como sociedad. La soberanía es del pueblo pero en nuestro afán de delegarla olvidamos que el ejercicio de la democracia es tanto colectivo como individual y debe ejercerse todos los días. Pensar que solo manifestando o llenando las calles se solucionan las cosas es demasiado idealista, pero ejercer el derecho a manifestar y a la libre expresión es necesario para mantener una democracia a flote.

En 2018 solamente vimos un despliegue de caprichos, sin sentidos y berrinches de quien lastimosamente trabaja en el Palacio Nacional. La chispa de 2015 nunca logró despertar y hemos empezado a ver esas reuniones en la plaza cada vez con mayor nostalgia de un pasado que no es lejano, pero lo parece. En Guatemala nunca ha aplicado tan bien el dicho: “camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”, hemos visto grandes retrocesos a lo logrado entre ciudadanía y actores políticos de altura tras el despertar de 2015. La cantidad de goles que nos han metido por esta pasividad ciudadana sobrepasan los recibidos por la selección nacional.

Y ahora en 2019 ante un nuevo proceso electoral en el cual volvemos a recibir las mismas opciones de los candidatos mal reciclados y una pasividad que solo les abre más el espacio para mantener las cosas tal como son. Hay caras que ya no aparecen por diferentes motivos, pero no parece que tratáramos con ideas nuevas. Mientras esa chispa siga apagada y el enojo que sentimos no nos vuelva a reunir, seguirá todo como los mismos de siempre quieran que sea. Tal vez los nuevos casos de la DEA agitan un poco a una Guatemala medio dormida.

¿Por qué debemos mantenernos siempre listos a luchar por nuestros derechos y nuestro futuro? Porque la democracia como la lucha contra la corrupción e impunidad requiere de un esfuerzo diario, cada día que pasa cuenta y no está garantizada. No puede haber deslices en nuestra búsqueda por un país mejor. Ante la incertidumbre de las nuevas elecciones tenemos el derecho y la obligación de exigir a quienes quieren llegar al poder a dar sus soluciones, planes e ideas de todo lo que nos concierne como sociedad. Mantener esa llama lista y usar nuestras emociones a nuestro favor y no dejar que ellos las manipulen. Lo hicimos en 2015, también en 2017 y si debemos hacerlo en 2019, 20, 21, etc. deberíamos de estar listos a hacerlo.

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