Iván Palma/
Daniel Pichiyá de 31 años, es agricultor desde niño que por su dedicación en el campo, hoy sus vecinos reconocen que sus hortalizas están entre las mejores de Santa Cruz Balanyá, municipio de Chimaltenango. Esto, le ha permitido obtener mejores sueldos por la venta de sus cultivos como frijoles, guisantes y tomate.
Pero la vida no ha sido fácil para Daniel. Hace 10 años y debido a dos accidentes desafortunados, perdió la vista totalmente. Sin embargo, esta condición no terminó con su vida. Con mucho esfuerzo, incluso sin el apoyo de sus parientes cercanos, comenzó el proceso de rehabilitación; y es así como ha aprendido a leer braille y finalmente, a defenderse por sí mismo.
Hace tres años durante su proceso de rehabilitación, conoció a su esposa Laura, de 39 años, quien con mucho amor decidió apoyarlo y compartir su vida junto a él a pesar de su condición. Para Daniel, conocer a Laura, significaba la oportunidad de formar una casa pero aun no contaban con un lugar para vivir. Mientras soñaban con un hogar decente, vivían en una casa alquilada, que no contaba con las condiciones adecuadas para formar una familia.
Ayudándose mutuamente, Daniel y Laura decidieron hacer todo lo que tenían en sus manos, para cambiar su suerte y cumplir el sueño de tener un hogar decente para vivir.
Laura encontró una fuente de ingresos cuando empezó a fabricar jabón líquido, desinfectantes, cera de piso para venderlos y así al mismo tiempo, ayudar a Daniel a aumentar sus cultivos.
“No puedo ver con mis ojos, pero aprendí con mis manos a sentir la calidad de mis cosechas. Trabajo más lento pero con mejor calidad, y con el apoyo de mi esposa, ocasionalmente, hemos logrado cosechar más verduras que nuestros vecinos.”
“Tengo libros de agricultura que leo en sistema braille y donde aprendo de lo mejor cada día “. Daniel.
Juntos se pusieron a trabajar para mejorar un pedazo de tierra que recibieron en herencia por parte del padre de Daniel, pero había que trabajar en ella. Una vez que la propiedad estaba lista, se acercaron a la oficina de Hábitat en Chimaltenango con la esperanza de recibir el apoyo necesario para construir la casa que soñaban y sintieron una profunda alegría al recibir la noticia de que Hábitat les apoyaría a construir su casa.
Laura soñaba con un lugar adecuado para que su esposo pudiera moverse con seguridad. Tal vez, una casa que contara con rampas y barandas especiales en las paredes. Ahora todo esto estaba muy cerca de ser realidad.
La construcción se llevó a cabo con el apoyo de voluntarios nacionales y extranjeros que creyeron en el esfuerzo de esta pareja que aún con la dificultad de Daniel, no dejó de luchar por un futuro mejor.
Hoy la casa es aún más hermosa que en los sueños de Laura, y tiene todas las condiciones de seguridad para su marido no vidente.
“Toco mi Biblia para leerla y aprendí que Dios tiene grandes dones para sus hijos. Hoy nos dio lo mejor de todo, nuestro hogar. Estamos muy agradecidos con Dios. Éramos la burla de mucha gente, aquí nadie creyó en nosotros. En nuestro deseo de salir adelante, trabajamos y nos esforzamos. Y gracias al apoyo de Hábitat, mi esposa y yo tendremos un lugar decente para vivir el resto de nuestras vidas, como siempre lo he soñado.” Daniel