Eso fue lo que me dijo uno de mis estudiantes universitarios alguna vez en clase, al contarme que había visto a un chico besar a otro chico en la calle y me pregunté ¿es que solo los homosexuales se besan en las calles?. Volví a caer en cuenta que estaba en una sociedad aún machista y homofóbica .

Hace un par de años vi el post de Ricky Martin que se casaba con su actual pareja así que los felicité por medio de una publicación de Guatevisión. Pero al instante recibí un sinfín de comentarios de vuelta, en su mayoría bíblicos. Parece ser que todos en redes sociales son teólogos y saben interpretar la biblia (a su conveniencia). Sin embargo, a partir de estos mensajes, solo contesté a dos que argumentaban y que eran respetuosos.

Dos años más tarde me encuentro con lo mismo.

Tengo formación en teología y psicología en algunas partes del mundo y no entiendo cómo en mi país, tanto la gente que dice “aceptar” (a quienes ven aún más con ojos de odio, desconocimiento, miedo y rechazo) y la gente que rotunda y abusivamente rechazan a la comunidad LGTBI, te dicen (con un trasfondo de ignorancia e intolerancia): “Los acepto, pero… Dios los aborrece… dan mal ejemplo a los niños… es antinatural… quieren tener hijos… y Dios solo hizo a Adán y Eva”.

A todo esto, puedo responder de la siguiente manera:

  • Por mi formación y experiencia bíblica, más allá de las leyes y preceptos “religiosos”, Dios nos anima a ser mejores y buenos con el prójimo. Asimismo, nos expresa que Él nos ama y que debemos amarnos uno al otro como Él nos ha amado. ¿Por qué no amar entonces a un hermano que es diferente en sus gustos?
  • Según el modelado social, dichas expresiones son de amor y de aceptación de sí mismo, un buen ejemplo de amor honesto y diverso en nuestra sociedad.
  • Desde mi experiencia como psicólogo (que es la que más defiendo) hay diversas teorías científicas como la biológica, natural, hormonal (aunque falta aún una comprobación más exhausta), que avalan la “normalidad” de la orientación sexual hacia personas del mismo sexo. Incluso, la Asociación Americana de Psiquiatría y la Clasificación Internacional de Enfermedades han retirado a la homosexualidad como una enfermedad desde hace mucho tiempo.
  • Desde mi experiencia en el tema de la procreación, no todos los pertenecientes a la comunidad LGTBI desean tener hijos y sabemos muy bien que hasta la fecha los hombres (biológicamente hablando) no pueden embarazarse. Una cosa es tener orientación homosexual y otra muy diferente es procrear.
  • Y por último (y de nuevo con la Biblia) los escritos sobre Adán y Eva parten de tradiciones orales que dotaron a las personas de un sentido a su realidad y existencia a través de “revelaciones” que realmente no  son comprobables, es decir, que no son hechos históricos comprobables sino más bien, son relatos de generación en generación para delimitar la creación e inicio de la vida a partir de la idea de un “dios”. Para todos aquellos que se creen conocedores de la Biblia, recomendaría revisar el contexto en el que los seres humanos escribieron el Génesis y el sentido que éste tiene para decir que hubo un dios que les creó. Yo por mi parte, también me quedo con el mensaje que el Papa Francisco le dio al chico homosexual que fue abusado por algunos sacerdotes en Chile: “Dios te hizo así y no importa”.

Para terminar, me pregunto ¿por qué mis estudiantes odiarían ver a personas celebrando su homosexualidad? Y es que ¿en el pasado no se observaba? Será quizás por el hecho de que antes se les veía por “pecaminosos” o “depravados” (entonces no salían del clóset y tenían miedo de que sus seres queridos los rechazaran) y ahora que hemos observado que la Iglesia, las sociedades y muchas de las familias nos aceptan también (de la forma adecuada como tendría que ser), ¿no será que nos sentiríamos orgullosos y felices de ser quienes somos? Por lo tanto, desearíamos expresarlo como una forma de transmitir de que estoy feliz conmigo mismo, ¡celebro mi vida y la del otro!

Soy cristiano y orgulloso de pertenecer a la comunidad LGTBI.

Compartir