Tik-Naoj-Febrero

Ricardo Trejo / Opinión /

“Así fueron molidas las mazorcas amarillas, las mazorcas blancas; nueve molidas le dio Ixmukane, comida fue la utilizada y junto con el agua de masa se organizaron las extremidades, la fuerza humana”. Popol Wuj

Al escuchar la palabra ancestral rápidamente la asociamos con alguna cultura antigua y mística, pero cuando se trata de medicina, la historia es totalmente diferente, se convierte en un tema rebatible en Guatemala. A pesar de ser un país culturalmente diverso, aún persisten prácticas mayas, xincas y garífunas (de “ayer”) que nos recuerda que su descendencia sigue viva y no únicamente en prácticas medicinales sino también en otras prácticas propias de cada grupo.

Los curanderos, comadronas o parteras son quienes reproducen estas prácticas dentro de los pueblos originarios, las cuales trascienden a la población mestiza también; nadie niega las propiedades que las plantas tienen, no es conocimiento descubierto por la medicina tradicional.

A todo esto surge una pregunta ¿quién le traslado el conocimiento médico a una mujer que adopta el nombre de comadrona o partera?

Muchas de ellas afirman que el don se les fue dado por medio de un sueño y es un don que tienen que ponerlo al servicio de su comunidad. Desde la mirada de la cosmovisión del pueblo Maya, en el momento del nacimiento el nahual rige la misión que cada persona trae para esta dimensión y debe ponerla al servicio de su pueblo.

La medicina tradicional es escéptica a las prácticas ancestrales, dándoles el peyorativo de “mitos y creencias” de pueblos ignorantes que se rehúsan al consumo de medicamentos que ayudan a los males. En las comunidades, la salud pública tiene y hora para atender personas, en cambio, la comadrona o el curandero están a disposición y con recetas que no tienen efectos secundarios; no solo influencia el efecto del medicamento, sino la subjetividad del paciente.

Actualmente la política de la salud pública “capacita” a las comadronas, para que reproduzcan la medicina tradicional coaptando su conocimiento con el fin de eliminar las prácticas ancestrales, haciendo creer que existe un interés de salvaguardar las prácticas. Entre algunas de estas mismas prácticas como los temascales, están siendo instalados en algunos centros de salud, haciendo creer que esos espacios son los adecuados, sin mencionar el conocimiento  que cada una de ellas posee y se les es despojado.

A pesar del panorama tenue las comadronas no dejan de hacer su trabajo, ya que la credibilidad de su conocimiento no es puesto en duda, según el conocimiento que poseen puedan brindar un diagnóstico y dar un resultado acompañado de un tratamiento efectivo.

La resistencia de prácticas culturales es una muestra de frenar el pensamiento occidental que no reconoce la cultura viva, ya que la quieren seguir poniendo en vitrina y jamás reconocer una labor que es por el bien común y que se convierte en actos heroicos.

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