Reos

José Rodolfo Ruiz/ Corresponal

Constantemente me sucede en horas tempranas del día que debo apartarme en la carretera para abrir paso a vehículos de presidios y sus escoltas que se dirigen a Torres de Tribunales. Por supuesto, el traslado de los privados de libertad ocurre durante todo el día, pero debo reconocer que siento un grado de ansiedad cada vez que esto ocurre cerca de mí. Si se preguntan por qué, es muy simple: no es nada nuevo o inesperado que ocurran ataques armados hacia estos.

Así es que cada vez veo un vehículo de Presidios acercarse a mí, me aparto del camino y me aferro a la esperanza de que no sean atacados, o al menos no cerca de donde yo me movilizo.

No conozco los horarios de los Juzgados de Instancia Penal ni la cantidad de celdas disponibles en los tribunales para contener a los capturados mientras esperan su turno a ser enjuiciados, pero me pregunto si no podrán trasladarlos en horarios que sean menos vulnerables para el ciudadano promedio que transita en la vía pública, y que los reclusos sean retenidos en las celdas de los tribunales mientras esperan su juicio.

El pasado 30 de enero ocurrió un ataque a uno de estos vehículos en donde murieron agentes de la PNC, un guardia penitenciario, y resultaron heridos tanto custodios como reclusos en un espacio de 500 metros en el llamado Columpio de Vista Hermosa a las nueve de la mañana. Han ocurrido ataques similares en horas de mayor congestión vehicular. Esto ocurrió a pocos días de que el General Otto Pérez Molina pronunciara en el Informe Presidencial que la violencia en Guatemala ha disminuido en comparación con el año anterior (comparando su primer año de gobierno con el último de Álvaro  Colom). Ciertamente, un hecho aislado no puede desmentir las palabras de Pérez Molina, pero ese día ocurrieron más muertes relacionadas a crímenes en toda la ciudad.

Es entonces cuando llega el momento de comparar datos con años anteriores.

Según una publicación de elPeriódico, la administración de Álvaro Colom fue la que registró mayor número de homicidios en los últimos tres gobiernos, con 24,021 muertos durante el período de 2008 a 2012 (aproximadamente 6,005 muertos por año). Esto a comparación de la administración de Alfonso Portillo (2000-2004), que registró 14 mil muertes (promedio de 3,500 por año), y de Óscar Berger  (2004-2008), con 21,511 muertes (promedio de 5,377 por año).

Durante el primer año de la actual administración, se registraron 5,174 homicidios según La Prensa (Nicaragua), lo que representa una reducción de 8.93% a comparación a las 5,681 muertes en el último año de Colom. Basándonos en una vista general al 2012, podríamos afirmar que la violencia ha disminuido (en cuanto a muertes respecta), pero es inevitable comparar las 550 víctimas de enero 2013 con las 507 del año anterior, según un informe del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) reportado en Prensa Libre.  Cabe mencionar que los datos de dicha asociación humanitaria difieren con los reportes oficiales de la PNC (485 en enero del presente año y 444 en el mismo mes del año anterior); pero ambos coinciden en un aumento que, por ser datos de un mes aislado en el corto recorrido del 2013, no puede ser tomado como una tendencia estadística. Sin embargo, estos datos todavía merecen atención, justificando el miedo de Mario Polanco -director del GAM- de que las estadísticas de homicidios aumenten este año, así como los reportes de violencia contra la mujer.

Aún faltan diez meses del año y tres años de gobierno para poder dar una evaluación completa a la actual administración que se ganó mi voto de castigo en la segunda ronda, pero aún me parece muy temprano para anunciar que la violencia ha sido reducida.

Esto, especialmente cuando todavía vivimos con miedo de salir a la calle por posibles asaltos que pueden llevar a nuestra muerte, de contestar llamadas de números desconocidos, de no revisar que todas las puertas tengan llave antes de salir o acostarnos a dormir, de la pena de parquear el carro en lugares públicos, de leer y escuchar que una mujer asesinó a su hija y su pareja es cómplice, que Cristina Siekavizza continúa sin aparecer al igual que miles de mujeres cuyos nombres desconocemos y no nos importan, entre otras cosas.

Espero que las estadísticas negativas continúen disminuyendo, pero me niego a confiar ciegamente en declaraciones politiqueras sin una base sólida. Me despido como dirían los reporteros de Guatevisión: “Por una Guatemala en paz, José Ruiz”.

 

Fotografía: 2.bp.blogspot.com

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