Francisco / Al Anon /
Tengo 22 años y durante algún tiempo viví ciego a la realidad de mi familia.
Soy el más pequeño de dos hermanos. Mi hermano es 4 años mayor que yo, siempre fue mi héroe, él siempre se atrevía a hacer cosas que ninguno de sus amigos o yo no nos atrevíamos a hacer. Era muy valiente y atrevido, realizaba las más arriesgadas acrobacias; no sentía miedo hacia nada ni a nadie, yo realmente lo admiraba.
Fuimos creciendo y comenzó hacer cosas muy pero muy raras… veía que se peleaba con mi mamá y sobre todo con papá, veía a mis dos viejos muy tristes y angustiados. Comenzó a cambiar de amistades y su comportamiento se hizo muy agresivo, comenzó por llegar bolo a la casa, armando relajo, insultando a mis padres y a toda persona que se le pusiera enfrente; rompía los tomacorrientes, las paredes y algunos muebles a pura manada.
Yo me sentía un cacho triste, pues ese ya no era mi hermano y yo quería seguir teniendo el cariño y aprobación que él me brindaba. Así fue como comencé a mentir por él, a veces me lo pedía y otras solito yo lo hacía, le escondía las llaves del carro para que él pudiera utilizarlo al día siguiente para ir con sus amigos, y cuando mis papás me preguntaban si había visto las llaves o si sabía quién las había agarrado, yo simplemente subía mis hombros y entre dientes decía no.
Con el tiempo las mentiras fueron creciendo, cuando se me preguntaba algo sobre la bebida de mi hermano, si había llegado tarde, o dónde se había quedado a dormir, yo volvía a tener la misma actitud: yo no he visto ni escuchado nada.
Tristemente creía que con esa actitud de fidelidad mal entendida lo estaba ayudando muchísimo, según yo, él tenía alguien en quien confiar.
La gota que derramó el vaso (después de sus continuos robos dentro de la casa, porque ya no se le daba dinero para su bebida) fue entrar a la cocina y tomar la plata que servía para las compras diarias, en ese momento entró mi vieja y él se puso muy nervioso porque se sintió descubierto, entonces le dio un fuerte aventón que la tiró al suelo y se golpeó con la gaveta donde se encontraba el frasco y se abrió la cabeza. Todo se volvió un gran relajo, mi hermano salió como alma que se lleva el diablo, no dijo nada y se fue de la casa, al yo entrar en la cocina vi todo este descalabro y llamé a los bomberos y a mi papá. Llegaron los dos casi al mismo tiempo, los bomberos se llevaron a mi mamá y preguntaron qué había sucedido, otra vez iba a mentir, pero me di cuenta que eso no ayudaba a nadie; en especial a mí, que me había vuelto un mentiroso y medio. Así que dije la verdad de lo que había escuchado y visto.
Se hicieron algunas vueltas en el ministerio público y a mi hermano se le prohibió acercarse a casa. Él ya no viene a casa desde hace mucho y yo comencé a sentirme muy mal y solo, pero alguien me habló de Al-Anon donde ayudan a los familiares y amigos de los bolos y como yo no estaba muy bien, decidí aceptar la invitación y averiguar por mí mismo qué beneficios podía traerme.
Al inicio no fue fácil, me encontraba con mucha rabia y quería desquitarme con alguien, mi pregunta frecuente era ¿y por qué a mi? Con mucha paciencia y la ayuda del grupo, llegué a entender y cambié el ¿por qué a mí? por el ¿por qué no? Esas cosas pasan, yo no tengo ningún cuello para que no me sucedan.
Comprendí que mis acciones en vez de ayudar a mi hermano alcohólico lo perjudicaron más, pues yo siempre estaba dispuesto a ser su comodín, su facilitador. Encubrirlo no es fidelidad, cuando hay una situación de ese tipo no debemos callar, pues esto puede traer consecuencias graves.
Tengo algunos meses en Al-Anon y sigo sintiendo dolor por la ausencia de mi hermano. Quisiera volver a hablarle, a verlo, pero creo que aún no es el momento… Tendrá que pasar un cachito más de tiempo. Pero siento que cada día voy recobrando un poquito más de mí, me había fusionado tanto con mi hermano que ya no sabía dónde comenzaba mi vida y dónde la de él.
Dejar que las personas asuman las consecuencias de sus propios actos es una forma muy sana de demostrar nuestro amor a nuestros seres queridos.
Gracias a Al-Anon por ayudarme a reconstruir el rompecabezas de mi vida.
Francisco