Diego Gutiérrez/ Corresponsal/

El Mirador Juan Dieguez Olaverri se encuentra en el municipio de Chiantla perteneciente al departamento de Huehuetenango en Guatemala. Junto a algunos amigos, Entre Amates Producciones tuvo la oportunidad de pasar una noche disfrutando la belleza del lugar, esto fue lo que sucedió.

La Llegada

Por algunos inconvenientes en el itinerario, llegamos al mirador ya entrada la noche. Nunca nos imaginamos que estos inconvenientes no serían tan malos al final de todo.  Después de un largo trayecto lleno de curvas llegamos a la plaza. Lo primero que nos recibió fue una fuerte corriente de viento que helaba hasta los huesos; no dudamos en sacar todos los suéteres, gorros y guantes que llevábamos. Momentos después nos encontramos contemplando una hermosa vista de la ciudad completamente despejada.

Hicimos una inspección del área y evalúamos la mejor área para acampar… sí, leíste bien, acampar. En el mirador existen unas cabañas abandonadas justo en una pequeña pradera al lado de la plaza. El mejor lugar para resguardarse del frío es precisamente adentro de las cabañas, pero eso lo sabríamos hasta el día siguiente.

Luego de montar las tiendas y bajar más frazadas, nos tomamos un tiempo para comer algo, platicar y disfrutar la vista. El frío y el viento fueron constantes compañeros, además de que unos perros se acercaron al campamento un par de veces.

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Las fotografías

No pudimos guardar la emoción de tan hermoso paisaje y dejamos la comida a medias para salir a comenzar a fotografiar. Comenzamos con algunas fotos de estrellas cerca del campamento.

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¡En mi vida pocas veces he visto tantas estrellas y tan cerca!

Este tipo de fotografías requieren paciencia y trabajo ya que regularmente estarás al lado de tu cámara por algunos minutos para cada imagen. Los ajustes para dejar cada foto genial van acumulando tiempo, así que el tiempo requerido se va multiplicando. Como si nada, nos dieron las 10 de la noche; hacía ya tres horas que habíamos llegado.

Poco a poco nos fuimos alejando de nuestro campamento ya que la pradera que había a tan solo unos pasos ofrecía otro tipo de fotos asombrosas. El viento helado, millones de estrellas y la paz del lugar nos acompañaban todo el tiempo.

Luego de algunas horas, cansados, con hambre y frío regresamos al campamento a media noche para comer y dormir un poco. Grande fue nuestra sorpresa cuando al llegar a nuestras tiendas de campaña no encontramos las bolsas con la comida… Ni un solo pan nos dejaron… las dejamos afuera y los perros que nos visitaron hacía algunas horas no aparecieron más. Con tremendo botín seguro que no se atreverían a regresar por más.

El amanecer

Luego de una noche y madrugada díficil por el hambre pero mucho más por el frío, al fin amaneció en el Mirador Juan Dieguez Olaverri. Esa transición entre el día y la noche es hermosa: el cambio de colores, la sensación de calor, ver cómo cada estrella va desapareciendo y como cada luz en los hogares se apaga es simplemente maravilloso… son un par de horas perfectas para la fotografía.

Eran las 4:45 de la mañana y como pudimos nos levantamos, tomamos nuestras cámaras y nos dividimos para tomar los mejores ángulos. Las frases como ¡VOS! ¡VENÍ A VER ESTA FOTO! o ¡VOS MANO! ESTA FOTO ESTÁ QUEDANDO DE LUJO, no faltaron.

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A través de experiencias como estas logré escribir la siguiente frase:

“Tomar una foto es sentarse a disfrutar el momento, y justo cuando comprendas la grandeza de lo que tus ojos ven… es justo en ese momento donde debes tomar la cámara y capturar lo que has sentido.”

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La mañana en el mirador Juan Dieguez Olaverri fue una bonita experiencia para todo el grupo. Después de disfrutar el amanecer y la hermosa vista completamente despejada, recorrimos más a detalle el lugar.

Las praderas y colinas del lugar por la mañana eran verdes colinas que invitaban a correr, buscar el lugar más alto y ver la ciudad. Desde alli también se ve la carretera y las distintas curvas que se necesitan cruzar para llegar hasta alli. Hay campos de flores amarillas de ensueño y piedras monumentales que terminan de adornar el lugar. Luego de un par de horas los sueteres y gorros fueron quedando atrás.. el sol llenó de calor y luz el lugar que fue nuestro refugio la noche anterior.

 

Fotografías de: entreamates.com

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