Javier Rubio / Opinión /
Siempre he creído que quien no está dispuesto a pararse, subirse las mangas y empezar a trabajar para mejorar las cosas o hacer que las cosas funcionen, no tiene derecho a criticar. Es común escuchar a personas criticar la labor de los voluntariados en Guatemala, los comentarios varían dependiendo del voluntariado a que se refiera, y estos van desde “¿de qué te sirve ir a hacer reír a las personas un rato si igual siguen enfermas?” , “solo les regalas una casa que ni les cuesta e igual siguen sin superarse”, hasta algunos como “son un grupo de riquillos sin nada mejor que hacer”.
En primer lugar, creo que esta actitud se debe a la falta de conocimiento real de la labor que los diversos voluntariados hacen en el país. Por ejemplo, muchas veces he visto a las personas criticar a los voluntarios de Fábrica de Sonrisas pues creen que únicamente son ruido y escándalo, pero no es hasta que acompañan a los doctores de la risa a una visita a los centros a los que apoyan cuando realmente se dan cuenta de la importancia que su labor tiene en la sociedad.
El caso de “Techo” es similar, muchas personas pueden criticar que únicamente se le regalan las cosas o como dice el dicho les dan el pescado sin enseñarles a pescar, lo cierto es que el proceso para la construcción de una casa por parte de este voluntariado es mucho más profundo que el simple hecho de únicamente construir la casa.
Como voluntario creo que la crítica se debe a que muchas personas viven en una burbuja en la cual se han acomodado y no tienen intención de salir pues consideran tener todo lo indispensable para poder seguir ignorando su entorno social.
Desde “la burbuja” es fácil criticar, después de todo si no se tiene contacto directo con los beneficiarios de la labor voluntaria, este no es más que un pasatiempo más.
Naturalmente el romper la burbuja y salir a la realidad no es un proceso fácil, es un proceso que requiere de tiempo y esfuerzo, eminentemente voluntario, no puede ser a la fuerza pues esto nunca trae nada bueno y al contrario crearía un sentimiento de rencor y frustración.
¿Riquillos o no riquillos?
Este es otro de los argumentos para criticar y no involucrarse en los voluntariados, muchas personas comentan que son solo aquellos quienes tienen mucho tiempo libre o mucho dinero para no tener que trabajar quienes se involucran en los voluntariados y que por eso es que no existe un involucramiento por parte de las personas.
Siempre he creído que el dinero no tiene nada que ver con la voluntad de la persona, en mi paso por el voluntariado he conocido personas luchadoras que estudian y trabajan y aun así dedican parte de su tiempo para regalarlo a los demás, así como también he conocido personas con un nivel económico alto que también se involucran en los voluntariados. El hecho de ser “riquillo” como se dice despectivamente o “no riquillo” no es excusa para criticar o no involucrarse en un voluntariado.
El voluntariado es mágico; por ese lapso de tiempo en que ayudas a los demás, las barreras económicas desaparecen y los voluntarios llegan a ser eso, “voluntarios” sin etiquetas de ningún tipo.
Al final del día importaran más las acciones y no solo las palabras, si bien es cierto el voluntariado no debe ser algo que se tenga que hacer para mantener una beca o hacer curriculum y nadie puede obligar a otro a pertenecer a una institución de voluntariado, también es cierto que quienes han decidido regalar parte de su tiempo en un voluntariado merecen respeto, así como todos merecen respeto por sus ideales y convicciones.
Todas las personas que critican los voluntariados tienen ideas que a su parecer serían mucho más convenientes para el desarrollo del país, imaginemos por un momento si decidieran poner en marcha todas esas ideas y no dejarlas únicamente en su mente; el país sería otro, el mundo sería otro. Es momento de involucrarse y si se decide no hacerlo, es momento de respetar a quienes sí han decidido involucrarse.