Bea
Crecí en un lugar maravilloso, donde las personas se sentían bien al venir a visitarnos.
Era una granja muy linda, tenía un campo para correr, árboles para subir y cortar frutas, caballos, perros, gatos, conejos de mascotas y hasta un estanque para pescar.
Creía que lo tenía todo y que era muy feliz. Nunca pensé que más tarde algo me haría falta. Sin embargo mi madre enfermó y fue tan confuso; ella no estaba en casa, se había ido a un hospital, pasó mucho tiempo allí. Al cabo de un rato regresó y pasaba mucho tiempo en cama, es más, nunca se levantó, casi no me dejaban verla, “no la molestes” me decían.
Mi madre era quien corregía, quien se ocupaba de todo en casa, quien siempre estaba por allí. Era enérgica, de carácter fuerte y muy directa.
Un día todos corrían y quise ver qué pasaba, me sacaron del cuarto, todos lloraban, no pude decirle adiós, no pude decirle que la amaba. Después recuerdo que la enterramos.
Nadie habla con los niños, nadie les explica lo que pasa o va a pasar, creen quizás que no pueden entenderlo.
Lloré mucho pero allí estaba mi papá, él era un buen hombre, muy amoroso conmigo. Lo recuerdo muy bien, era alto, muy grande, usaba sombrero, hablaba y abrazaba muy fuerte y me llenaba de besos siempre que volvía a casa. Era un hombre muy dulce, cariñoso, amable y atento, tenía muchos amigos y todo el mundo lo amaba, con el tiempo entendí que era alcohólico.
Recuerdo que una noche escuché ruido y me levanté para ver qué pasaba, lo vi tambalearse por la sala… fue un momento que aún permanece en mi mente. Me asusté mucho, cayó al suelo y se lastimó la cabeza, trató de levantarse pero le costó mucho, yo no sabía qué hacer, quería ayudarlo porque él no era así, algo le pasaba. Sentí mucho miedo pero volví a la cama y me costó mucho dormir. Nunca le conté a nadie lo que vi…
En casa siempre había un buen recibimiento para todos, había comida y bebida para quien nos visitara. Hubo muchas fiestas y llegaban muchos niños, recuerdo que a veces los niños hacían travesuras, tiraban piedras a los pájaros o a los panales; siempre jugábamos solos mientras los adultos estaban celebrando.
Incluso una vez hubo un adulto que quería manosearme y yo le dije que se lo diría a mi papá, corrí con él y lo abracé, pero tuve miedo de contarle lo que había pasado.
Los niños pueden quedar vulnerables a este tipo de cosas, en un lugar donde hay gente bebiendo.
Fue unos años después que me di cuenta, soy una persona afectada por el alcoholismo de alguien más y que hubo muchas cosas que sucedieron, porque esta enfermedad afecta a la familia y su forma de vivir. Afecta los valores y el sentido común, es muy sutil y no la vemos porque la mayoría de personas bebe y parece tan normal; es muy ‘cool’ beber con amigos y competir a ver quién puede aguantar más o terminarse una bebida de un solo, lo que no sabemos es que esa enfermedad terrible, se esconde y se activa con el primer trago!
Creemos que alguien que se pone violento cuando bebe es ‘mala copa’, pero estos solo son los primeros síntomas de la enfermedad.
Creía que un alcohólico es quien se queda tirado en el suelo, sucio y vive en la calle, sin embargo no es así, puede ser mi papá, mi tío o mi hermana quienes beben por las reuniones de trabajo o porque tienen mucho estrés.
Bebedores sociales les llaman. Sin embargo el alcoholismo es una alergia física, una enfermedad mental y espiritual. Los alcohólicos siempre están rodeados de gente, son el alma de la fiesta y las personas alrededor, familiares o amigos se ven afectadas por esta terrible enfermedad. Si alguna vez sientes que te molesta la forma de beber de alguien, busca ayuda, nunca es muy temprano o muy tarde para venir a Al-Anon o Alateen.
Podemos compartir contigo una manera de vivir mejor, sabemos por lo que has pasado y te apreciamos de una forma como quizá muy pocos saben hacerlo.