Todos en algún momento hemos sentido el deseo de ayudar a los demás, poder cambiar el mundo, etc. Cuando éramos niños soñábamos en convertirnos en los próximos super héroes que cuidan a su nación y la han de proteger de los villanos, tal y como lo vemos en una historieta de ciencia ficción. Lamentablemente cuando crecemos nos enfrentamos a la realidad y entonces todos esos deseos, sueños o anhelos, cada vez se ven más lejanos. Cuando vamos creciendo se extienden nuestros compromisos, labores y se nos presentan oportunidades. Nuestro tiempo se minimiza y es imposible compartir con los demás como nos gustaría.
Muchos jóvenes estamos conscientes de las necesidades de nuestros compatriotas que viven en el interior del país y podemos ver como los más afectados son principalmente los niños.
La niñez en Guatemala carece de oportunidades, lo cual desencadena una serie de factores que influyen en el desarrollo personal, intelectual y social de los niños. Una de las grandes preocupaciones de nuestra sociedad es la alta tasa de malnutrición y educación, como consecuencia de ello la desnutrición, manifestada en su mayoría, en niños menores de cinco años. (unicef, 2018).
En Guatemala se han incrementado los programas sociales e instituciones que buscan apoyar a la niñez en la lucha contra los factores que puedan impedir su desarrollo. Como parte de esta lucha también se une la Universidad Rafael Landívar, a través de la implementación de diversos proyectos que buscan fomentar en sus estudiantes un deseo orientado al bien común.
Actualmente el Voluntariado Social Landivariano (VSL) lleva a cabo varios proyectos, uno de ellos por ejemplo: El Centro Nutricional Sor Lucía Roge
Una institución dirigida por Sor Berta, quien es encargada de la recuperación de niños que padecen de desnutrición y orienta a los padres a darle continuidad a este proceso, evitando de esta forma, que más niños puedan padecerla.
En el Centro Nutricional Sor Lucía Roge el proceso de recuperación de desnutrición en algunos niños comienza desde muy temprana edad (meses de haber nacido), hasta que llegan aproximadamente a los 4 años de edad. Esta institución también se dedica a restaurar la salud de los niños en general, debido a que la desnutrición en muchas ocasiones provoca otro tipo de enfermedades.
Yo tengo la oportunidad de ser voluntaria ahí mismo, formando así, parte del Voluntariado Social Landivariano. El voluntariado semanal que realizamos se dedica a fomentar el desarrollo psicomotriz por medio de diversas actividades que permiten desarrollo intelectual, afectivo y social de los niños. En mi experiencia personal he tenido la oportunidad de conocer y compartir con niños promotores de fe y esperanza.
Uno de los casos más lindos que he vivido es el de Mynor, un bebé que ingresó al Centro Nutricional cuando tenía meses de edad, tuve la oportunidad de compartir con él y ser parte de su crecimiento y recuperación las cuales a su vez estuvieron a acompañadas de risas, juegos, momentos muy divertidos y algunos momentos de angustia por la enfermedad que padecía. Actualmente, Mynor tiene tres años, recientemente regresó con su familia biológica. Fue muy bonito formar parte de su recuperación y de su vida.
Cuando llega el día que un bebé se retira del Centro Nutricional tenemos sentimientos encontrados indescriptibles, ya que estamos sumamente agradecidos con Dios y muy contentos por su recuperación y a su vez nos llenamos de nostalgia porque sabemos que pronto se irá, el cariño es recíproco.
Todos los sábados somos aproximadamente diez personas quienes formamos parte del voluntariado en el Centro Nutricional, más que un grupo de compañeros somos un grupo de amigos. Formar parte de los voluntarios que asistimos al Centro Nutricional, me ayudó a crecer como persona y aprender muchas cosas de los niños. Estoy muy agradecida con Dios y con el Voluntariado Social Landivariano por haberme brindado esta oportunidad, ser parte de este gran equipo me permitió compartir con niños que llenan la vida de luz y amor.
Cuando entramos al Centro Nutricional nos convertimos en amigos de los niños, recordamos nuestra infancia, aquellos juegos y canciones que muchas veces marcaron nuestra vida. Nosotros aprendemos con ellos muchas cosas porque los niños guardan esa alegría que contagia y nos enseñan una forma más dinámica para continuar en nuestro día a día, en un segundo convierten lo que creemos es difícil en algo sencillo, nos devuelven la esperanza con una sonrisa y con una dulce mirada hacen que el corazón se llene de esperanza. Los niños nos demuestran que a pesar de las dificultades no debemos perder la fe, debemos enfrentar las situaciones de la mejor forma y buscar siempre el lado positivo de las circunstancias.
El Voluntariado con niños en recuperación de desnutrición es uno de los proyectos más esperanzadores para Guatemala, los niños son el futuro de nuestro país, y por lo tanto debemos apoyarlos. No cambiaremos el mundo en un segundo, pero podemos trasformar el mundo de cada niño con: un gesto agradable, una sonrisa, dándoles atención, cuidados, brindándoles tiempo de calidad, etc. Podemos caminar todos juntos para ayudar a quien lo necesita. La iniciativa de trasformar el mundo se encuentra en nosotros.