imagen bw

 

Héctor Mendizábal/

…No era cierto cuando me decías “te amo”…

 

Jamás llegué a comprender tus juegos,

no lograba entender tu jerga.

Todo parecía como vida de muñeco,

como si un barco perdiera su vela.

 

Durante el día te dibujaba con la mirada,

al llegar la noche te soñaba de lleno.

Me levantaba fantaseándote en mi morada,

y era feliz pensando que era tu dueño.

 

Sin embargo, esas cartas, esas palabras,

no aguantaba con tanto celo.

Es que tan bella que siempre embriagabas

con tus ojos relucientes y perfecto cabello.

 

Una vez juramos amor eterno,

pero el rato duró poco.

Una vez juramos vernos,

pero el amor cambió de tono.

 

Recuerdo que ilusionaba besarte,

deseaba con tanta fuerza tus brazos

porque así no podrías soltarme

pues me tendrías amarrado con lazos.

 

Con una pluma remojada en tinta

y un papel de blanco perfecto,

esbozaba tu bella sonrisa

que me robaba hasta el aliento.

 

Te dediqué canciones, poemas y frases,

te confesé mi vida entera,

te di todo a la suerte de los mares,

para recibir una cruel condena.

 

No era cierto el hablado de tu boca,

cuando decías que mis palabras te estremecían.

Todo era rígido y frío como roca

mientras mi alma y corazón, por ti, acudían.

 

No es necesario que me des explicaciones,

pues tus ojos delatan tu dulce sonrisa.

Y es que perecieron mis emociones,

por tu corazón más frío que el viento y la brisa.

 

A pesar de todo el sufrimiento,

del desaire, dolor y la esclavitud,

te grito que te sigo queriendo

y lo que sufro más que condena, es una virtud.

 

Sigo esbozando tu silueta,

deseando que pudiera hablar,

pues quiero expresarte mi amor de poeta,

confesándote que no te he dejado de amar.

 

Aunque al fondo de todos estos versos,

de todo lo que esconde este escritor,

sé que no era cierto ninguno de tus besos

ni mucho menos lo que llamabas amor…

Compartir