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Erik Moscoso/ Opinión/

El “No sabe/No contesta” muchas veces figura dentro de las encuestas, ya sea de opinión o para medir el conocimiento. Sin embargo, podemos decir que muchas veces esta respuesta puede aplicar a otros aspectos de la vida como indiferencia.

El no saber o no contestar demuestra el poco interés que hay en temas importantes, en aspectos que deberían preocuparnos pero por lo visto no tienen ese impacto en nuestra sociedad.

¿Por qué estoy hablando de esto? Hace poco tiempo la indignación de una buena parte de los guatemaltecos se hizo presente cuando un jugador argentino “pasó por alto” el saludo de un niño guatemalteco. Un escándalo para los medios de comunicación que hicieron del hecho algo, que en mi opinión, se volvió una bola de nieve. Más grande de lo que en realidad era. Los famosos memes tampoco se hicieron esperar. Nos indignamos porque una celebridad ignoró a un niño; sin embargo lo mismo hacemos nosotros ante los problemas que afronta nuestro país. Ignoramos la situación de los niños de la calle, los niños migrantes no acompañados, los embarazos en niñas menores de 15 años, los conflictos con la industria extractiva, entre otros. Nos importa mucho lo que sucede alrededor del mundo, pero ni tanto lo que suceda en Guatemala. Preferimos no saber o ignorarlo. Total “si no me afecta, no me tiene por qué importarme”. Hemos creado una burbuja impenetrable dentro de la cual vivimos un mundo muy lejano a la realidad que se vive en el país.

Estamos pidiendo a gritos cambios para mejor la calidad de vida (mejor si es la propia), pero no sin ceder o trabajar por ellos. Porque para quejarse todos nos apuntamos, pero para ensuciarse y trabajar, muy pocos. Nos burlamos de los que pertenecen a movimientos que promueven las buenas acciones, de los que “pierden su tiempo del fin de semana” trabajando para hacer un cambio, sin darnos cuenta que el acercamiento que ellos tengan a la realidad guatemalteca es una ventaja para la vida, para de algún modo saber el “costo de la vida”. Mucho de lo que sucede en el país está escrito, sin embargo no es lo mismo leerlo que vivirlo. Verlo con nuestros propios ojos puede ser una experiencia que cambie nuestras vidas en 180 grados.

Depende de cada uno de nosotros involucrarse en hacer un cambio, en mejorar las condiciones del país, en trascender.

Gramsci nos hablaba de la indiferencia como el peso muerto de la historia. Eso que no va a generar ningún cambio, por ende no transcenderá en la historia. De verdad que no queremos ser esa generación que en la historia sea conocida como la comformista, ignorante, indiferente o apática. Cada uno de nosotros quiere algo mejor y está en nosotros lograrlo, no esperar a que nos llegue por arte de magia o como ayuda.  Las herramientas que cada uno pueda necesitar existen, basta con buscarlas y utilizarlas; hay que levantarse y proponerse hoy ser mejor de lo que fuimos ayer. No conformarnos con lo mínimo, abrir los ojos ante todo, no dejar de lado nada y darle su debida importancia a todo.

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