Alexander López / Opinión /
La desesperanza aprendida se encontraba impregnada en la sociedad y despertó gracias a la indignación y el show político del cual no éramos simples espectadores, sino actores de nuestra propia desgracia.
Al observar y experimentar la presión psicológica que ejercimos a través de las redes sociales y manifestaciones pacíficas –aunado al rechazo formal que ejercían varias instituciones y organizaciones-, los gobernantes se pararon a pensar por un momento –aun cuando sólo fue para armar estrategias benefactoras a sus propios intereses- y cedieron a las solicitudes de la sociedad civil.
Movidos por un sinfín de emociones –entre éstas: la indignación, el enojo y la cero tolerancia a la corrupción-, nosotros, los guatemaltecos hemos llegado a la cúspide de no aceptar que los gobernantes nos vean la cara de idiotas y continúen con los desfalcos millonarios… cantidades que habrían sido invertidas en salud o educación.
Es importante destacar que a pesar que en la actualidad, algunos de nosotros hemos logrado recuperar la confianza en los movimientos sociales a través de la resistencia y la propuesta, otros guatemaltecos –especialmente los de generaciones adulta tardías- han tenido mayor dificultad para generar esperanza y participación debido a experiencias personales y contextuales, entre éstas, las vividas por los conflictos de poder en el pasado –como el conflicto armado- que provocó en la población síntomas de temor, angustia, ansiedad y desconfianza.
Sin embargo, es interesante observar que la intensidad de la indignación nos ha llevado a sobrepasar el límite de la indiferencia y el temor, y nos ha llevado a actuar -en medio de una aparente “era democrática” plagada de violencia y represión ideológica como psicológica- en contra de las acciones deshonestas de los actuales gobernantes como también de los postulantes, entre éstos, Manuel Baldizón quien maneja toda una campaña del miedo, manipulación, cero tolerancia y censura a las diversas manifestaciones en contra de su sed de poder y show político.
Esta vez, nosotros les hemos “volteado la tortilla ideológica” ejerciendo nuestros derechos y pronunciándonos a través de las campañas #RenunciaYa, #JusticiaYa, #SomosPueblo y especialmente #NoteToca.
Nuestro temor e indiferencia han llegado a convertirse en fortaleza y resistencia.
Hemos llegado a responder a lo que Ortega* en 2014 -citando los trabajos de Ellacuría- describe como la constitución de la persona y el llamado a la transformación y dinamización de la realidad personal, social e histórica.
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Ortega, A. (2014). El pensamiento social y ético de Ellacuría. Diario de la Universidad de Loyola Andalucía. Recuperado de: http://www.loyolaandnews.es/el-pensamiento-social-y-etico-de-ellacuria/#