Hace muchos años, cuando era solamente un niño sentía diferentes miedos a los que tengo hoy en día, tenía miedo a los fantasmas que mi madre me contaba para que no molestara, o tenía miedo a que ella se enojara y de alguna u otra forma me viera afectado.

Con el pasar de los años fui comprendiendo la vida, y los miedos siempre estuvieron, con la única diferencia que fueron cambiando su forma de ser y sentir. Ya no tenía los mismos miedos, ahora ya pensaba en que mis padres no se divorciaran y eso afectara mi estabilidad emocional siendo joven, o que la chica que me gustaba me rechazara.

Son otros tipos de miedos, pero su origen siempre naciendo desde el mismo lugar del cuerpo humano, es decir, la mente.

El miedo nace como miedo, pero puede convertirse en algo aterrador, algo que paraliza el cuerpo y hace que los órganos dejen de funcionar bien, incluso, el miedo arruina nuestro sistema nervioso y nos lleva a cometer actos que en nuestro estado normal, no haríamos.

Muchos son los miedos que a todos nos agobian, por ejemplo, el miedo a tener una enfermedad, el miedo a ser rechazado de parte de la sociedad, el miedo a perder un familiar, el miedo a que nuestro matrimonio no funcione. Pero, ¿cómo podemos derrotar el miedo, si en su naturaleza es tan fuerte que hace que nos inmovilicemos? Todo está en una pequeña parte de nuestro cerebro, nuestro órgano emite una señal en el que visualiza peligro ya sea supuesto o real. Para atacar esta emoción hay que hacerse un examen muy profundo uno mismo, cambiar esa situación en la que nuestro cerebro piensa que está corriendo demasiado peligro y hacerle ver que es una situación de la vida normal. Es  por miedo que dejamos de hacer muchas cosas, no obtenemos el empleo que queremos, no podemos hablar bien en público, no nos atrevemos a hablarle a una persona, y en casos más difíciles, nos sentimos tan agobiados conforme al miedo que causa una enfermedad y entramos en un estado depresivo que únicamente hace que nuestras buenas células sean consumidas por las malas.

Es momento que decir adiós al miedo o es que aún crees que debería ser parte de tu vida. Claro, es muy difícil apartarlo de nosotros, pero, ¿porqué no? Cada vez que sentimos miedo, pensemos en cómo vamos a derrotar esa situación, como vamos a afrontar los momentos más difíciles, y pensemos en algo que nos haga muy fuertes. Que cuando después recordemos esos miedos, nos podamos reír de esas situaciones, pues nuestro espíritu siempre será más fuerte que todo, por supuesto, si de nuestro cerebro se emiten ondas poderosas para derrotar cualquier cosa.

No pierdas más el tiempo, solo vivimos una vez. El reloj jamás se detiene ni tampoco nos espera y si gastamos cada segundo de nuestra vida viviendo con miedo, no podremos disfrutar para lo que fuimos hechos: ser felices.

Compartir