Ana Raquel Aquino/ Opinión/
“No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”. -Jiddu Krishnamurti
Revolvía su helado hasta derretirlo casi por completo porque según ella dijo, le gustaba más así. Más líquido que helado, más agua que Nutella. Era una tarde calurosa. Extraño porque era julio y no marzo. Comíamos despreocupadas del horario. La niña tiene 10 años y es una turista nata, de esas personas que les encanta viajar por el placer de hacerlo. Se le encendían los ojos cada vez que visitaba un lugar nuevo. Fui cómplice de su inclinación por lo novedoso.
Pedí un par de servilletas en la cafetería más cercana porque, entre ella y la mesa donde nos sentamos, no se sabía cuál era la más pegajosa. Me suplicó que la llevara a lo que ella conoce como el downtown. Llevaba tres semanas aquí y no lo conocía. Yo quería complacerla, pero tengo que admitir que no sabía exactamente dónde quedaba tal lugar. Supuse que se refería a ver la ciudad como es y no pasarla en centros comerciales, que son el intento fallido de lo que pudo ser y no es.
Tratar de describir su cara inquieta es casi imposible con palabras, tendría que recrear sus muecas, ella es muy expresiva. Mencionó que nadie quería mostrarle “este lado” del país y de que se alegraba que yo se lo enseñara; como si se pudiese ocultar, pensé.
Estaba impresionada por la cantidad de basura por doquier, el humo de las camionetas rojas, las frutas descuartizadas en el pavimento por el ajetreado día de mercado, el ruido del tránsito, los peatones “que son hormiguitas”. Tal vez por esto ella no dejaba de comparar. Estaba asombrada, no de la ciudad sino de la desigualdad, de la brecha entre lo que ella vivía y lo que aquí se mostraba. El shock que provocó pasar una tarde en horas pico en la zona central de Guatemala la dejó sin palabras. Y a las dos reflexivas.
Para una niña hija de migrantes es muy peligroso caminar por el Parque Central. No importa el día o la hora. Está prohibido y hubiera sido, en términos de mi abuelo, una irresponsabilidad. Irresponsabilidad enseñarle la zona uno a pie, comernos el helado allí y no en la zona 10, como lo hicimos. Imprudencia traer a mi prima al Palacio Nacional y a la Catedral. No tuve opción, así que le expliqué lo que el abuelo me había advertido. La llevé a ver todo lo que tenía que ver pero adentro del carro. Así que ella se limitó a sacar la cabeza por la ventana del copiloto y tomar un par de fotos. Cuando terminó, subió el vidrio y decepcionada comentó: How pretty is this place! Everyone just needs to clean up a little bit more.
Es lo que creo debemos hacer. Limpiar, ordenar. En varios sentidos.