José Ochoa/ Corresponsal/ Opinión/
Que Gareth Bale costara casi 100 millones de euros es culpa del sistema. No del jugador ni del club, tampoco de los agentes ni los familiares. Con sistema me refiero al modelo económico en el que vivimos. Si se quiere algo de calidad, hay que pagarlo. Y si querés contratar mis servicios, pues a ver qué tan ancha es tu billetera.
Estos años son así, donde los costos de algunas cosas son precios estratosféricos que pocos se pueden dar el lujo de pagar. Pasa con los jugadores que dicen sentir los colores de la camiseta y que no jugarían para otro club, pero que allí están cobrando más de 5 millones por temporada.
Cristiano, Messi, Iniesta… Todos quieren que su equipo actual sea el último. Habría que ver, sin embargo, si el amor fuese tan puro si el club les dijera que ya no les pueden pagar más. Y es más fácil permanecer en equipos como Real o Barca, que año con año pelean por la Liga o Champions.
Ya hablaremos de economía luego, que yo me quedo con un italiano que se la jugó por un equipo protagonista, mas no es de gran palmarés. Ahí está, con nuevo contrato y a retirarse con 40 añitos.
Il Capitano
Recuerdo la temporada 2000-2001. Ser aficionado al fútbol era más lindo porque casi todos los partidos estaban al alcance del control remoto. Yo, con 9 años, me levantaba muy temprano para prenderle a la tele, cambiar de canales y notar que en cada uno de los de deportes había un juego de balompié.
Existía un canal llamado PSN. Su gran platillo era la Serie A. Ese año vimos casi todos los partidos con mi papá, donde la gran figura del calcio era la Roma de don Fabio Capello. Ahí jugaban Tomassi, Montella, Batistuta, Aldair, Delvecchio, Antonioli, Zebina y Francesco Totti.
En el último juego de la temporada Roma ganó al Parma en el Olímpico, quedaron campeones y yo quedé flechado con el equipo della capitale. Totti (¡ese Totti!) anotó un gol mientras ya lucía la banda de capitán. Con 21 años, fue el más joven en portarlo en la historia romana.
Doce años después, Francesco es el capitán. Eterno capitán, pese a que la Roma no tuvo mayores éxitos que dos copas de Italia en 2007 y 2008. Con Italia ganó el Mundial de 2006.
Le quiso el Real Madrid y seguro también otros equipos. Pero el dijo no, que se quedaba y que su única intención era vestir la malla giallorossa y hacer goles en el Olímpico. En septiembre firmó un nuevo contrato con el club: hasta 2016 y 3.5 millones de euros por temporada. Dejará de jugar al fútbol con 40 años.
Como Giggs o Scholes, Totti es un emblema de equipo. La Curva Sud, la porra de Roma, corea su nombre en cada partido y agradece cada pase, cada asistencia y, cómo no, cada gambeta.
Yo, a la distancia, confirmo que mi afición en Italia por la loba nació por las rabias de Capello, la elegancia y rudeza de De Rossi, los goles de Montella y Batistuta y los detalles de Totti. El capitán, eterno capitán, que viste la 10 decidió quedarse ahí, en el club que le dio la oportunidad de chico para seguir haciendo sus pinceladas.
Claro, que 3.5 millones también es plata, pero tras las dolorosas derrotas con Lazio, Inter o Juve, con una directiva que ha cometido errores y una sequía de títulos, perdónenme por recalcar al gran jugador que es Totti.
Es de prender la tele (por fortuna la Serie A va por cable, todavía) y ver lo que corre Totti, como presiona, cómo insiste en dar ese pase de calidad.
Un jugador agradecido. Un futbolista estelar. Y un ejemplo, en tiempos modernos, de amor a la camiseta.