Metas 550

Beatriz Zamora/ Joven360/

Luego de haber bailado, comido y celebrado las fiestas de fin de año y haber despejado la mente por un par de semanas,  nos topamos de nuevo con enero en el calendario y este sirviéndole de excusa a todo mundo para bombardearnos con las típicas palabras de inicio de año: metas, objetivos, propósitos.

Así, nos aturden un poco los medios y a algunos en ocasiones nos emocionan con la propuesta de enlistar nuestras metas para el año que inicia. Si lo vemos así, suena a algo que se hace por costumbre, ¿no? Es probable que así sea para la mayoría, pero en realidad es algo de gran utilidad e importancia y muchos no lo utilizan. Esto ocurre sobre todo por pensar que las planificaciones son exclusivas para grandes empresarios o ejecutivos pero, ¿adivinen qué?, no es así.

Si buscamos tener un futuro exitoso, el momento para lograrlo es ahora.

Además de ser un buen tema a tratar a inicio de año, es de suma utilidad si queremos dejar de ver pasar la vida mientras hacemos cosas que no nos interesan por el simple hecho de que son una cosa más en la lista de quehaceres.  Es por eso que consideramos muy importante hablar del mismo tema pero desde un enfoque distinto. Esta vez no hablemos solo de qué objetivos debes plantearte, sino de por qué plantearte objetivos.

¿Cuál es la importancia de los objetivos? Son importantes para saber a dónde vamos, pero sobre todo para entender el por qué nos dirigimos allí. Porque si no sabemos lo que queremos, da igual lo que hagamos; si no tenemos claro a dónde vamos, da igual la decisión que tomemos.

Los objetivos son ese algo abstracto que le da sentido a nuestros esfuerzos y que al mismo tiempo nos permiten ver resultados debido al incremento de constancia que crean en nosotros. El lograr definir el por qué realizamos ciertas tareas nos ayuda no únicamente a conseguir cumplir con nuestras metas, sino también a nuestro crecimiento personal. Esto debido a que dicha organización ayuda a evitar realizar trabajo innecesario y así ser más eficaces en todas nuestras actividades, además de servirnos para reorientarnos en caso nos perdamos a medio camino.

Muchas veces cometemos el error de convertir una lista de tareas por hacer en nuestro objetivo, enfocándonos así solamente en terminar las cosas por terminarlas; lo cual nos lleva a envolvernos en una rutina sin mayor sentido que probablemente después de un tiempo, nos creará un sentimiento de frustración o estancamiento.  Para evitar esto, algo que ayuda es hacer las cosas al revés. Así es, leyeron bien, lo que se hace es empezar de atrás para adelante.

Primero debemos identificar cuáles son los resultados deseados buscando siempre ser lo más concretos posible. Luego, tomar estos resultados que queremos obtener y descomponerlos en uno o más objetivos intentando que estos no superen un número de cinco, y procurando definirlos con mucho cuidado ya que nuestros objetivos pueden también determinar nuestro éxito o fracaso. Para ello es muy importante que cumplan con las características de un objetivo “SMART”.

Un objetivo SMART debe ser:

S- Específico: concreto y claro

M- Medible: que sea posible medir su nivel de logro.

A-     Alcanzable: que sea algo que se pueda obtener a pesar de ser un reto.

R- Realista: parecido a lo alcanzable, que sea posible realizarlo.

T- Temporal: que tenga un período de tiempo definido.

Así, con nuestra planificación hecha y habiendo comprendido su importancia, démosle paso al 2014, ahora sí, con todos sus retos, metas, objetivos, propósitos y sorpresas de los que todo el mundo estará hablando por el resto del mes, y de paso, demostremos que los jóvenes también podemos ser responsables y organizados.

Imagen

Compartir