indiferente

Ángel Ramírez/ Opinión/

Odio a los indiferentes[i], así está titulado un libro del gran pensador italiano Antonio Gramsci, escrito en el año 1917, dentro del cual están escritas las siguientes líneas: “La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos.” Pareciera no ser tan antaña, pareciera que fue escrita durante los últimos tiempos;  más aún en un país tan apático, desinteresado y con tanto analfabetismo, pareciera que cualquiera en este país lo podría decir.

En realidad, ¿qué significan esas líneas? ¿Por qué odiar la indiferencia, a los indiferentes? Desglosando la frase se puede entender el mensaje de mejor forma. “La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera.” Nuestra nación se ha caracterizado por la lógica del olvido, la indiferencia ha sido parte fundamental de muchos de los sucesos más importantes de nuestra historia, de nuestro génesis, nuestro desarrollo y nuestra realidad. Quizás exceptuando las gestas de la década 1944-1954, la indiferencia le ha dado forma a nuestra historia, no porque sea un elemento generador de condiciones, sino al contrario, es la que no permite que deconstruyamos y resignifiquemos lo que somos como país, como sociedad y como Estado.

Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar.” La indiferencia es una paradoja; es contar siempre con algo con lo que no se puede contar. Es saber, de antemano, que la indiferencia estará ahí para moldear nuestras conductas, nuestras acciones y nuestras visiones, mismas que no existen porque las indiferencia las ha hecho nacer sin vida. Fatalidad porque es darle vida a una cualidad que existe para no tenerla, es tener ganas de no hacer nada, de querer ir por los paisajes más impresionantes con los ojos cerrados.

La indiferencia es la antimateria de la vida en sociedad, destruye relaciones sociales, la confianza en el otro, el bien común y todo aquello que pueda dar armonía a las personas en sociedad.

Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos.” No basta mucha explicación para saber por qué a lo largo de tantos gobiernos no se ha logrado alcanzar políticas de Estado, programas y planes de desarrollo a largo plazo. La indiferencia en la que viven, tanto funcionarios como ciudadanos, tanto mujeres como hombres, tanto adultos como jóvenes, tanto indígenas como no indígenas, ha sido la constante para que tantos programas y planes bien diseñados se conciban desde la fatalidad. Nacen para morir, se realizan para no ser ejecutados. Hasta los últimos años se han logrado avances para que algunos planes puedan funcionar al margen de la indiferencia, el Pacto Hambre Cero es uno de ellos, un compromiso verdadero que adquirió la sociedad guatemalteca y que, una vez más, depende de la indiferencia de cada uno de los guatemaltecos. De todos y cada uno de nosotros depende si un plan bien diseñado (que no se ha ejecutado de la mejor forma, pero que es un gran avance en el tema de la desnutrición) vuelve a desvanecerse con un nuevo cambio de gobierno.

En fin, la indiferencia es un mal que todos hemos practicado, está siempre con nosotros y no nos damos cuenta, ese es su objetivo; es invisible y así es como opera, nos hace invisibles en la vida en sociedad, hace invisible la pobreza, el hambre, la corrupción, el analfabetismo, la desigualdad. La tarea es encontrar la indiferencia en nuestra vida, aceptar que está ahí y actuar. Materialicemos las acciones y la participación en el principal antónimo de nuestra indiferencia.

P.D.: Con este último aporte me despido de las publicaciones programadas con Brújula, con quienes estoy muy agradecido por haberme dado la oportunidad de vencer mi indiferencia, de abrirme la puerta para hacer algo por cambiar mi entorno, me dieron siempre la confianza de aportar en aquellas situaciones que yo consideraba importantes para crecer y hacer crecer a los demás. Por esta razón quise terminar con unas líneas sobre la indiferencia porque así como yo, otro joven encontrará en Brújula la forma de vencer su indiferencia y la de los que lo rodean. Nunca desanimen la lucha por abrir los ojos a los paisajes más increíbles, es allí donde encontrarán la mayor de las alegrías, el mejor de los amigos, las mejores oportunidades y el mejor país.

[i]Gramsci, A. (2011). Odio a los indiferentes. España: Editorial Ariel

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