Recientemente se celebró el aniversario de la Revolución de Octubre de 1944 y en lo personal, este fue uno de los eventos históricos que más me apasionó durante mis primeros años en la carrera de ciencia política. Creo que como en muchos, la revolución de Octubre significó ese episodio de breve esperanza en una Guatemala sumida en la dictadura. Como dicen: fueron diez años de primavera en el país de la eterna dictadura.
Pero, ¿cuál fue el factor que hizo trascender a la Revolución de Octubre?
Cuando se habla de la Revolución de Octubre nos referimos no solo al momento en el que se retira Ponce Vaides, sino a los años de Gobierno revolucionario que le precedieron. Lo que nos gusta, se estudia y admira de la revolución no es solamente una heroica lucha en contra de un régimen dictatorial, el factor trascendental es la puesta en marcha de un plan para la transformación nacional. Es en ese punto donde viene a mi mente las múltiples “celebraciones” del pasado 20 de Octubre y las reacciones que estas provocan.
Muchos guatemaltecos sienten fervor por la protesta y la desobediencia ante un sistema político secuestrado por instituciones paralelas e intereses privados y sectoriales. Sin embargo, no vivimos más en la dictadura, mucho menos en la Colonia y como verdaderos ciudadanos bajo un régimen democrático, debemos actuar como tales. Supongamos que nuestra querida Revolución de Octubre hubiera quedado en la protesta y en la desobediencia, sin partidos políticos y sin una fuerte organización que fuera capaz de articular las demandas campesinas. Bajo este supuesto seguramente el 20 de Octubre de 1994 pasaría a ser un golpe de estado un tanto diferente, bajo la lista de otros tantos que parecen interminables.
El reciente aniversario de este histórico evento se caracterizó por las protestas, los posts en Facebook y las ventas incrementadas de pintura en aerosol. Quiero tocar varios puntos. A esta revolución se le llamo también revolución democrática, muy acertadamente; pudo haber sido el punto de inflexión que nos llevara a la construcción de un estado democrático. Acordamos entonces que la relevancia de Octubre es su apellido democrático.
Celebrar este evento debería ser un acto de honor a la democracia y esta requiere una serie de cambios mínimos en nuestras actitudes.
En las redes sociales se leía a personas universitarias criticar y señalar de “puros criminales” a las personas que pintaron monumentos y edificios alrededor de la cuidad. Es aquí donde quiero hacer la reflexión. Aquellos que admiramos la Revolución de Octubre debemos comprender que lo trascendental de ese momento histórico fue la organización en partidos políticos que lograron no solo los gobiernos más estables (de no haber sido por la intervención de Estado Unidos), sino los gobiernos que respondieron a las necesidades de las masas populares, verdaderos partidos democráticos muy por encima de los estándares de la época.
Si quisiéramos hacer honor a la Revolución Democrática de Octubre de 1944 deberíamos dejar de señalar y cambiar, dejar de pintar en las calles y respetar, empezar a organizarnos porque de lo contrario la renuncia de Otto Pérez y Roxana Baldetti pasarán a engavetarse en los archivos sin relevancia de la historia guatemalteca.
Imagen:VOS Xela