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Andrea Villagrán / Opinión /

En esta columna quiero hablar de la importancia de las políticas para los jóvenes. Vivimos en una sociedad relativamente joven, en Guatemala el 70% de la población tiene menos de 30 años; sin embargo, las condiciones de vida son muchas veces precarias. Es por esto que es necesario mejorar las condiciones de vida que serán mayores en la medida que se brinden más oportunidades, principalmente desde la niñez; que permita tener una juventud con mejor calidad de vida.

En general, la juventud guatemalteca cuenta con insuficientes recursos y muchas dificultades que pueden tener graves consecuencias para el desarrollo del país. Según la ONU 1, 500 niñas se casan al día en el país, tenemos una alta tasa de fecundidad, altos niveles de desnutrición, una elevada migración internacional, precario acceso a salud y educación, trabajo infantil, desempleo, y en consecuencia jóvenes que se involucran a grupos de maras y pandillas. Es decir, inseguridad que violenta los derechos humanos y de la niñez. Muchos jóvenes pese a estas limitaciones buscan un empleo digno.

18% de los niños menores de 13 años ya está trabajando.

Aproximadamente 180,000 jóvenes buscan trabajo por primera vez al año, de los cuales solo 30,000 lo encuentran. El desempleo es una variable que explica parte de la alta dependencia económica. Las razones por las que el mercado deja fuera a muchos son varias, pero si hablamos de quienes tienen más ventajas para encontrar un empleo digno se puede mencionar que son personas con estudios más allá de secundaria, con experiencia laboral en el tipo de puestos, requisitos que son difíciles de alcanzar. La desigualdad es el principal problema que históricamente ha determinado el bienestar social. El desempleo es un factor importante, las cifras hablan por sí solas.

El no atender de manera integral los causantes de la desigualdad, aumenta a gran escala los niveles de pobreza. Por más políticas que el gobierno promueva para lidiar sus síntomas el impacto real se reducirá si el problema no se atiende de fondo. La lucha empieza en la niñez, principal etapa en la que la exclusión a oportunidades básicas para el desarrollo tiene origen. Es decir, se debe dar prioridad a la educación y la salud; voluntad política y una reforma fiscal que permita dar financiamiento a las bases del Estado, que garantice los servicios públicos. Coherentes entre sí, para que logren despolarizar a la estratificación socioeconómica histórica de nuestro país.

Paralelamente, es necesario generar iniciativas de empoderamiento de los diferentes grupos de jóvenes. Iniciativas que den voz a los jóvenes y tengan participación para mejores oportunidades. Políticas de salud reproductiva, de protección a los derechos, de prevención del delito en jóvenes, de empleo digno. Comprendiendo que los jóvenes no somos una masa homogénea, y que según las diferencias sociales, étnicas y culturales, urbano- rurales deben ser las políticas. Es muy importante tomar en consideración esto en este año electoral, informarnos sobre las propuestas partidarias al respecto.

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