Andrea Villagrán / Opinión /
Muchos hemos argumentado sobre la importancia de la participación de los jóvenes en la política de nuestro país. Lo vemos como algo necesario para generar un cambio importante en nuestra sociedad. La limitación surge cuando contamos con un sistema electoral y de partidos políticos que no está diseñado para abrir espacios y que, por el contrario, ampara a una clase política que busca mantenerse en el poder para generar riqueza privada a costa del Estado. Se habla de democracia formal, más no de calidad democrática, orillando a quienes quieran participar activamente lo hagan desde fuera de la toma de decisiones, ya sea en grupos o proyectos sociales y de ciudadanía, entre otros.
Las manifestaciones de los últimos meses han unido a todos los grupos generacionales e ideológicos a luchar contra ese diseño político excluyente y patrimonial. Ya estamos cansados de seguir manteniendo a representantes que no piensan en la población. Nuestro sistema está colapsando y necesita cambios, pero no maquillaje para que todo siga igual, se habla de cambios fundamentales para la reforma del Estado que respondan a las demandas ciudadanas. Hablamos de canalizar las demandas del modelo de participación política no institucional en reformas, pero ojo, esto suena bien para la población, pero no para el Congreso actual. Para realizar cambios efectivos debe existir voluntad política y eso no es posible si la clase política no cambia. Es por ello que he aceptado participar en esta contienda electoral. Estoy consciente que desde mi posición privilegiada dentro de la sociedad se me ha dado la oportunidad y que la tomaré con mis principios y valores más claros que nunca.
De los partidos políticos actuales, con sus contrastes y matices, no existirá uno perfecto o ideal por las deficiencias de calidad democrática antes mencionadas. Pero se me abrió un espacio en el partido político TODOS, que a su vez han incorporado en sus líneas a personas a quienes respeto. Entre ellos, los candidatos del binomio presidencial: Lizardo Sosa y Mario García Lara, quienes conocen el aparato estatal, cuyo trabajo y experiencia es más que respetable. Dos ciudadanos que se han sumado al partido político para realizar cambios que el sistema político necesita.
Estoy consciente de las críticas que pueda recibir, y a su vez dispuesta a defender mi postura de sumarme al trabajo político. Porque para mí la política no es algo negativo, al contrario, es un servicio a la sociedad y debe ser positivo. La ciudadanía guatemalteca no está satisfecha con el trabajo que realiza actualmente el Congreso de la Republica. Muchos hablamos de lo mal que trabajan los diputados; sin embargo, no todos los diputados son así, hay personas cuyo trabajo ha sido honesto y respetable pero lamentablemente son muy pocas. Debemos sumar al Congreso gente joven comprometida con el país, con el bien común. Este es nuestro sistema político y con él debemos trabajar para poder transformarlo.
El reto de la campaña electoral será grande, la lucha contra los prejuicios sobre las capacidades del ser una mujer joven estarán presentes. Pero a su vez, serán mi fuerza, pues confío en mis principios, en mi preparación y en mis capacidades, los cuales usaré correctamente.