Ángel Ramírez / Corresponsal/
No se si se hayan hecho alguna vez esta pregunta, pero yo, en mi quinto año, estoy en una encrucijada para poderla responder. Y no se trata únicamente con responder que vengo porque necesito un título universitario, porque pagamos (en muchos casos) o porque mis papás me obligaron a seguir una carrera.
El responder esta pregunta va más allá de la simple respuesta: vengo a estudiar.
Con el paso de los años y las experiencias, he podido ir clarificando, poco a poco, la idea de lo que es venir a la universidad. Y con estas líneas no pretendo decirles cuál es la idea que tengo, sino que todos podamos preguntarnos y reflexionar sobre nuestro proceso universitario.
Y es que no se trata solo de “venir” a la universidad, se trata de “estar” en la universidad.
Obviamente, el dar este salto cualitativo requiere de mucha madurez y de tomar conciencia de lo importante que puede ser esta etapa para el resto de nuestras vidas. Esto no es fácil, especialmente cuando estamos saliendo de un sistema educativo primario y básico que (en muchos casos) nos prohíbe y condiciona una gran cantidad de cosas, y que por ello al llegar a la universidad, nos sentimos totalmente libres de hacer todo aquello que no hicimos en el colegio.
“Estar” en la universidad implica saber por qué estoy aquí. Si ya tomé la decisión de iniciar una carrera (decisión que es muy importante porque determina qué queremos ser en el futuro), una vez dentro también tengo que tomar la decisión entre dos caminos, mismos que son muy claros pero que, una vez elegimos uno, se vuelve muy difícil volver al otro.
El primer camino es aquel que podría ser el más fácil, es aquel donde asisto a mis clases porque valen puntos, en donde voy a molestar y no pongo atención de lo que se está construyendo (porque el conocimiento no se da como algo ya hecho, sino que se construye en cada clase), en donde lo primero que pienso al entrar a la primera clase es que ya quiero que se termine y en donde lo único que pretendo hacer al salir es ir a tomarme unas chelas con los cuates.
Por otro lado, se encuentra el segundo camino. Un camino que seguramente es un poco más arduo y difícil; aquel en donde participar en clase, leer y esforzarme son importantes dentro de nuestra cotidianeidad estudiantil. Es un camino en donde se participa, no solo dentro del aula, sino que en toda una gama de actividad que me ayudarán en el proceso de profesionalización que estoy emprendiendo (agrupaciones estudiantiles, foros y debates académicos, actividades extra-curriculares, institutos de investigación).
Es el camino por el cual voy a entender que la universidad me va a forjar como una persona que busca, a través de cada profesión, hacer extensivo todo lo aprendido y ponerlo al servicio de la transformación de mi entorno.
Tenemos que tomar una decisión. Tenemos que empeñarnos, desde el primer año, a razonar y escoger libremente aquello que creemos es nuestra idea de hacer universidad. ¿Qué implica venir a la universidad? ¿Estamos en la universidad porque realmente deseamos aprender (y aprehender)? ¿Venimos a la universidad porque deseamos llegar a ser mejores personas (para quién)? ¿Estudiamos en una universidad porque creemos, convincentemente, que vamos a adquirir herramientas y competencias que nos ayudarán a transformar una realidad que necesita ser cambiada?
Y para vos, ¿Qué es venir a la universidad?