José Ochoa / Opinión /
Para Lynn Zinser, reportera del New York Times, para la National Football League –traducción y paráfrasis mía- “está bien golpear a una mujer, siempre que no quede documentado en vídeo”.
We were pretty much OK with Ray Rice clobbering his wife until you all watched it on video
Y solo Ray Rice, Janay Palmer y los agentes de seguridad que observaban las cámaras de un hotel en Atlantic City, Nueva Jersey, vieron la brutalidad del golpe que el corredor de fútbol americano le dio a su entonces prometida.
El impacto en el rostro de hoy, Janay Rice, la dejó inmóvil, noqueada en el piso. Las imágenes, publicadas por el medio TMZ, fueron igual de contundentes con la NFL, los Ravens de Baltimore, los medios y la afición. Algo se hizo mal después de ese terrible día en febrero. Se corrigió esta semana pero, conviene preguntarse ¿qué se está tratando de comunicar?, ¿Qué se quiere evitar?
El equipo de Rice, los Ravens, tras conocer el vídeo, decidió despedir al corredor. La Liga, que inicialmente había sancionado al agresor con dos partidos de suspensión, terminó por cortar indefinidamente al atleta.
Rice pudo evitar la presión porque su pareja decidió no declarar ante el juzgado. Hoy, incluso, Janay se siente agobiada por las sanciones, porque le recuerdan ese fatídico día que ambos están tratando de olvidar.
Existe una variedad de razones por las que Janay decidió no testificar sobre Ray, casarse y quedarse con él. Varios medios las discuten. Para empezar no hagamos crimen a la víctima. En mi caso quiero reflexionar sobre las decisiones de las instituciones deportivas.
Con pocos minutos de juego aunque mucho apreció por la afición, Esteban Granero, mientras era parte del Real Madrid, declaró a Jot Down:
Pero no me gusta que se les exija a los personajes públicos, ya sea un cantante, sea un deportista, que den ejemplo a los niños, que eduquen a los niños. No, a los niños les educan sus padres.
Hoy en la Real Sociedad, Granero fue crítico con la percepción que las y los deportistas, especialmente profesionales, deberían de ser ejemplo y modelos para la juventud.
De acuerdo. La educación, específicamente de valores, tiene como principales filtros otros factores y no un futbolista. Ahora, sabrá Granero que como profesional defiende un escudo, representa una institución y trabaja para una empresa. A algunxs se les olvida.
Hoy Rice ve las consecuencias de su vida personal hacia la profesional. La distinción entre ambos ámbitos es importante, porque una persona puede llevar sus hábitos y entretenciones de la forma que le plazca –siempre que sea legal-. Cuando un deportista golpea a su esposa no sólo comete un delito; esto trasciende, genera críticas –esperamos negativas- y obliga a tomar decisiones. Como perder el trabajo.
Le pasó al ahora exdueño de los LA Clippers Donald Sterling, otra presa de TMZ, que quedó como un racista ante las cámaras. La NBA le obligó a vender al equipo.
Como institución, la NFL no puede esperar a que un vídeo se publique para tomar una decisión. Con el fundamento legal, la organización debió investigar y profundizar, además de sentar un precedente. Lo único bueno que podemos encontrar del golpe de Ray a Janay es que la liga modificará las normas sobre violencia familiar (en la mayoría de casos es violencia a la mujer).
Como instituciones públicas y mediáticas, las ligas y equipos deben saber que en sus decisiones comunican. Sea cual sea su postura.
Las y los deportistas, como figuras públicas y profesionales, deben recordar que su vida personal es propia. También debemos saberlo los aficionados. Sin embargo, cuando alcanzamos la fama desde un trabajo mediático las decisiones y acciones tienen mayores repercusiones.
TMZ es conocido por seguir –e incluso agobiar- a las figuras públicas. Pero quien pegó a Janay no fue TMZ, fue Ray. Y no hay más responsables. Pero sí muchas consecuencias.
Para conocer más de la discusión de Janay Rice:
En ESPN