Por: Cailin Campbell
En Guatemala, alrededor del 80% de productores de maíz vive en pobreza (MAGA, BID 2011). Cientos de miles de pequeños agricultores siguen produciendo maíz porque es menos costoso que otros alimentos más nutritivos, lo único que nunca falta en la mesa y la base de siglos de cultura.
¿Qué pasaría si el maíz pudiera ser parte de la solución en vez del problema?
En Semilla Nueva, a través del maíz nutritivo, buscamos trabajar en armonía con la cultura para mejorar la nutrición de millones de personas y los ingresos de las familias agricultoras.
En la aldea Los Trigales, Cunén, Quiché, vive Don Alejandro: esposo, padre de tres hijos/as y agricultor. Se dedica a cultivar maíz y cebolla, su fuente principal de ingresos. Desde pequeño, aprendió de su papá a sembrar maíz y en febrero sembró nuestra semilla nutritiva—Fortaleza F3—por primera vez.
Este año Don Alejandro sembró ¼ de manzana con una combinación de la semilla nutritiva y criolla. A través de la iniciativa PRO-INNOVA con el apoyo de Agropecuaria Popoyán, el técnico de campo de Semilla Nueva le enseñó nuevas técnicas agronómicas para mejorar su parcela, las cuales le ayudaron a tener una mejor producción que los años anteriores.
Don Alejandro explica,
“Los años pasados yo compraba [maíz cuando se me acababa la reserva de grano]. El año pasado y este año ya no compré. Yo considero que este año voy a tener más maíz para poder vender.”
La semilla F3 tiene unas características que se adaptan mejor al cambio climático. Además de ser resistente a climas más secos, resiste los vientos fuertes de Quiché. Don Alejandro destaca,
“La altura viene a ayudar mucho por el área de acá. Ya que aquí hace mucho viento. Y como no es muy alto, el viento no le hace daño. Aparte de eso, veo que sí engrana bien la mazorca y se ve bien gruesa.”
Don Alejandro tiene la costumbre de guardar su cosecha de maíz para el consumo de su familia.
Cuando su cosecha rinde más de los 12 quintales (1,200 lb.) de maíz que necesita su familia al año, vende una parte. Dado el rendimiento del F3, Don Alejandro considera que su reserva será suficiente para todo el año y le sobra para vender una parte de la cosecha.
“Lo invertiremos en la misma nutrición para los niños. Porque también tenemos que comprar la comida, no sólo el maíz. Vendemos el maíz para comprar verduras, frutas, o algo más para la familia como ropa,” explica.
Una mayor producción significa más ingresos para otros gastos de primera necesidad.
Sus tres hijos están inscritos en la escuela, recibiendo sus cursos y realizando las tareas en casa.
“El sueño es que ellos sean profesionales, que busquen una carrera. Para que ellos en el futuro puedan tener un trabajo, tener una vida más adecuada, no tanto como nosotros en el campo. Es el sueño e igual les he comentado que sigan estudiando y que traten de ver cuál es la carrera que más les gusta, que tengan el deseo de estudiar y que se sienten bien.”